LEMAIRE reinventa el silencio con un gesto que no pide permiso

¿Qué esconde de verdad el nuevo desfile de LEMAIRE? LEMAIRE reinventa el silencio con un gesto que no pide permiso

LEMAIRE ha vuelto, y no ha gritado. No lo necesita. En un mundo donde la moda compite por el estruendo, hay quienes aún entienden que lo esencial no entra con trompetas, sino que se instala en la piel como un susurro que no se olvida. Y es que este desfile Spring/Summer 2026 ha sido precisamente eso: un soplo preciso, afilado, lleno de pausa, con el mismo magnetismo que tiene una melodía mínima cuando ya no queda ruido alrededor. 🎼

Fue como ver caminar el tiempo, sin cronómetro ni ansiedad. Una coreografía en la que el silencio se vestía de gabardinas líquidas, mangas que flotaban como humo y tonos que parecían robados al polvo de una ciudad aún por inventar. LEMAIRE no diseñó ropa: compuso atmósferas.

La elegancia no se explica. Se camina.

LEMAIRE reinventa el silencio con un gesto que no pide permiso 1


La quietud como provocación futurista

Detrás de la dirección artística estaban, cómo no, Christophe Lemaire y Sarah-Linh Tran, esa dupla que no persigue tendencias, sino que las deja venir —si es que se atreven a alcanzarlos. Todo el espectáculo estuvo dirigido como si fuera una película muda en la que cada plano se dilata y, sin decirlo, te transforma.

El estilismo de Benoit Bethume no hizo concesiones a lo obvio. Las prendas no reclamaban atención: se sabían imprescindibles sin tener que levantar la voz. Las siluetas flotaban con esa especie de gravedad lunar que no pertenece a este mundo. No eran atuendos para el ahora. Eran herramientas para un después que aún no entendemos del todo.

Y el casting de Julia Lange no pudo ser más coherente: rostros sin etiquetas, andróginos pero clásicos, con esa belleza intemporal que lo mismo sirve para 1926 que para 2126. No buscaban representar, sino despertar. Como si cada modelo se hubiera levantado de un sueño muy largo y caminara en cámara lenta para no perderlo del todo.

Hay prendas que no se miran: se recuerdan como si fueran un olor.


El sonido de lo que no se dice

Si hubo un protagonista invisible en este desfile fue el sonido. La música creada por Valentina Magaletti & Zongamin, bajo la supervisión del alquimista auditivo Pilooski, no era música. Era un clima. Un rumor. Una especie de traducción del andar, el roce, la materia. Más que acompañar, narraba. Como si alguien hubiese puesto micrófono al movimiento de una idea.

Y hablando de movimiento: Julien Gaillac dirigió la manera en que los cuerpos transitaban el espacio como si fueran agua contenida en cuerpos humanos. No había prisa, no había gestos teatrales. Solo una extraña y profunda humanidad. La moda, por fin, se movía como se mueve la verdad: sin aspavientos.

El peinado, a cargo de Pawel Solis, era casi una extensión del carácter de cada modelo. No había uniformidad: había relato. El maquillaje de Carole Colombani, sutil pero poético, evitó el artificio. No tapaba, sugería. Y las uñas de Lora De Sousa… bueno, eran como esos detalles en una película que no ves a la primera, pero que cuando los descubres, te cambian la escena entera.

“LEMAIRE no propone moda, propone calma”


Entre lo retro y lo que aún no existe

Hay algo profundamente retrofuturista en este Spring/Summer 2026. No por nostalgia, sino por precisión. LEMAIRE no juega con el pasado ni especula con el futuro. Lo destila todo en una especie de ahora elástico, donde lo antiguo y lo por venir cohabitan con la misma elegancia que una frase bien dicha.

La producción de Furu Project Management fue una coreografía paralela, silenciosa, que logró que todo pareciera sencillo, aunque se intuía una maquinaria invisible de relojería suiza. La video producción de Picseyes documentó el desfile con una mirada que no parecía interesada en vender, sino en guardar. Como si quisieran proteger esa hora de belleza para cuando la necesitemos más adelante.


“Quien no sabe caminar despacio, no merece llevar esta ropa”


El desfile fue un poema sin rima

Sí, hubo ropa. Y sí, hubo pasarela. Pero lo que hubo realmente fue otra cosa. Una especie de manifiesto implícito. Un homenaje a la fuerza de lo que no pide ser mirado, pero se impone igual. Todo lo que vimos tenía el ritmo de un pensamiento largo. Nada de slogans, ni escotes gritones, ni accesorios como grilletes. Solo telas que parecían caer con la gravedad justa para que el cuerpo se sintiera libre.

Una de las frases más antiguas de mi abuela decía: “Si vas a salir, sal bien. Pero sal como tú, no como todos”. Y eso fue este desfile. Un salir con el aplomo de quien no tiene nada que demostrar.


¿Moda o arte? ¿Pasado o porvenir?

No hace falta elegir. LEMAIRE nunca lo hace. Por eso sigue siendo uno de los pocos nombres que no necesitan firma: la ropa habla sola, camina sola, piensa sola. Y aunque este Spring/Summer 2026 terminará, como todo, perdiéndose entre cientos de otros desfiles, algunos lo recordaremos como ese momento en que la moda se detuvo para mirar al mundo sin decir nada. Y lo dijo todo.

¿Y tú?
¿Eres de los que necesitan que les griten lo hermoso, o sabes escucharlo en el murmullo?

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JOHNNY ZURI

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