¿SYMPOIESIS está reinventando la alta costura desde el fondo del mar? La moda futurista que cultiva algas vivas y respira como un organismo
Estamos en julio de 2025, en un rincón húmedo y electrificado de París. El aire vibra con murmullos de admiración y un eco salino flota en el ambiente. La pasarela no ruge, ondula. Y SYMPOIESIS, esa palabra que suena a conjuro y ciencia ficción, se despliega ante nosotros como una criatura nacida del océano y la máquina.
SYMPOIESIS no es solo una colección. Es una declaración viva. Un manifiesto vestido con organza translúcida, cargado de luz azul y de preguntas sin respuesta. ¿Puede un tejido sentir? ¿Puede una prenda crecer? ¿Y si la moda no se diseña, sino que se cultiva como un coral en la orilla del tiempo?
«La moda del futuro ya no se cose, se cultiva«. Y SYMPOIESIS lo demuestra sin decir palabra, con un susurro de seda líquida y una explosión de bioluminiscencia que atraviesa la sala como un rayo de luna bajo el agua.
Un vestido que respira al ritmo del mar
Recuerdo exactamente el instante. Un parpadeo. La sala entera en silencio expectante. Y entonces, aparece. El primer look de SYMPOIESIS: un vestido hecho de 125 millones de algas vivas, encapsuladas en un gel que brilla al moverse. No es un disfraz, no es una ocurrencia. Es un organismo artificial que respira, palpita, reacciona. Como si Dior hubiera sido arrastrado por la corriente hasta el fondo del océano.
Verlo es como espiar una sinfonía que no ha sido escrita. Cada pliegue late. Cada capa responde al entorno. Hay algo profundamente humano en su fragilidad, y al mismo tiempo, algo completamente ajeno, casi cósmico. Este no es un vestido, es una criatura. Y nosotros, apenas espectadores de su biología.
¿Qué es biodesign y cómo se cuela en tu armario?
Hace tiempo que el biodesign dejó de ser una palabra rara para convertirse en una promesa textil. Ya no hablamos solo de moda bonita, sino de moda viva, hecha con organismos que respiran, fermentan, iluminan o protegen. No hay tela sin ciencia, ni costura sin laboratorio. Bacterias que tiñen sin veneno. Algas que dan color sin ensuciar ríos. Proteínas fermentadas que lucen como seda y se degradan sin dejar rastro.
Todo eso, condensado en una prenda. Y no cualquier prenda: alta costura que se transforma en jardín submarino.
Los nuevos materiales como Brewed Protein™ –cultivados como cerveza en reactores japoneses– o los pigmentos de Algaeing, que reducen un 80% el uso de agua frente al algodón tradicional, están desplazando al viejo glamour por algo más misterioso y honesto: la vida misma. Como si la moda, cansada de imitar a la naturaleza, por fin hubiera decidido aliarse con ella.
La organza ondula como una ola y nadie sabe si es tela o bruma
He tocado esa tela. Sí. El Super Organza japonés, con sus 5 gramos por metro cuadrado, apenas se deja atrapar entre los dedos. Parece que va a desaparecer. Pero cuando el aire lo atraviesa, cobra forma como una medusa al sol.
Una diseñadora del equipo lo describe así mientras moldea un busto: “Es como vestir el aliento de una sirena”. ¿Exagerado? Quizá. Pero imposible no creerlo cuando ves esas capas cortadas con láser, flotando como espuma. El airfabric vibra como si tuviera memoria del mar, y lo más inquietante es que quizá sí la tenga.
“La prenda no se cose, se cultiva con el entorno”. Así lo explican desde el atelier. Cada look exige no solo una aguja, sino también una pecera calibrada con precisión milimétrica. Las algas no son decoración, son habitantes. Y su luz depende de los ciclos circadianos, de la temperatura, del cuidado diario. Como una planta carnívora vestida de gala.
Robots, micromotores y costura que piensa sola
Pero no todo es romanticismo submarino. La otra mitad de SYMPOIESIS vive en los brazos robóticos que cosen sin pestañear, en las microbobinas de oro que hacen que un ala se pliegue con precisión mecánica. ¿Moda robótica? Sí. Pero no como te imaginas. Esto no es una fábrica en China. Es más bien un ballet industrial.
Los cobots de JUKI y los laboratorios como Creative Robotics o RoLL Lab ya trabajan con tejidos imposibles de manipular por humanos. Aquí no hay moldes ni patrones. Solo simulaciones tridimensionales y cortes a escala molecular. Como si el vestido se tejiera solo, mientras el diseñador apenas lo guía.
Y luego están las fibras inteligentes. MXene, por ejemplo, un material que convierte el calor del cuerpo en electricidad. Una prenda que se calienta sola, o que envía datos químicos al móvil. No, no es ciencia ficción. Ya existe. Y lo que es mejor: ya desfila.
El atelier de Van Herpen como oráculo futurista
Iris van Herpen no diseña, interpreta. Así lo siento. Su atelier es más parecido a un estudio de bioacústica marina que a un taller de costura. Allí conviven biofísicos de la Universidad de Ámsterdam, ingenieros de fluidos, artistas de la luz y hasta diseñadores cinéticos. Y entre todos, cultivan sus prendas como si fueran orquídeas mutantes.
No hay bocetos. Hay prototipos orgánicos. El concepto de “nurture design” –diseño por cultivo– es una idea que transforma radicalmente el proceso. La tela no espera ser cortada: crece ya con su forma. A veces, incluso, cambia después del desfile. Se adapta, evoluciona. Como un animal o un virus. Como una flor que decide cuándo florecer.
¿La alta costura puede ser también compost?
La palabra “bio-circularidad” suena rara, pero en este contexto tiene sentido. Las prendas de SYMPOIESIS no están hechas para acumular polvo en vitrinas. Están hechas para morir, descomponerse y volver al ciclo de la vida. Como los residuos que se reintegran al bosque, estas piezas pueden ser compostadas, reprogramadas con calor o simplemente disolverse en agua salada.
Es un giro brutal y hermoso. La moda, por fin, deja de ser eterna. Y eso, lejos de restarle valor, le otorga una dimensión nueva: la del tiempo vivido, la del cuerpo que la habitó. Prendas que envejecen contigo. Que cambian según tu luz. Que dependen de tu ritmo y no del stock de temporada.
¿Y si tu vestido necesitara cuidados como una mascota?
Hay algo ligeramente inquietante en esto. Porque algunas piezas de SYMPOIESIS exigen co-cuidado. No basta con colgarlas del perchero. Hay que alimentarlas. Darles luz. A veces incluso música. Es la simbiosis llevada al extremo: tú cuidas la prenda, y la prenda te protege, te calienta, te observa. ¿Amor textil o dependencia estilística?
La pregunta es inevitable: ¿queremos ropa que piense? ¿Moda que tenga agenda? ¿Y si, en vez de comprarlas, las adoptamos?
“La prenda perfecta no viste el cuerpo, lo escucha”
SYMPOIESIS no es el final del camino, es la primera ola. Una ola que arrastra consigo costumbres viejas y trae con ella un aliento nuevo, cargado de agua, aire y electricidad. La moda deja de ser escaparate. Se convierte en ecosistema, en sistema nervioso, en coral móvil.
Como se explica en esta entrevista con Iris van Herpen, se trata de vestir no solo al cuerpo, sino también a la imaginación, al futuro y al planeta. Pero sin sermones. Sin ideología. Solo con forma, luz y textura. Como lo haría una medusa ciega que se deja llevar por la corriente.
«SYMPOIESIS es el Dior del siglo XXI, con tentáculos y bioluminiscencia»
Y aunque todo esto suene a ciencia ficción, lo cierto es que ya está aquí. Ya desfila. Ya brilla. Y ya late.
“La moda transpirable es solo el comienzo de una segunda piel robótica”
Van Herpen no está sola. Otros ateliers están despertando. El biodesign, los tejidos inteligentes y la robótica textil se están infiltrando en todos los rincones del guardarropa. Desde la ropa interior de UNIQLO AIRism, que evapora el sudor como si respirara, hasta las chaquetas ciclismo con AIRTASTIC™, tan ligeras que parecen hologramas.
Como se recoge en este informe de University of Waterloo, las nuevas telas no solo sirven para vestir. Sirven para curar, medir, adaptarse, incluso detectar estados emocionales. Una especie de psicología portátil con botones.
¿Qué viene después de SYMPOIESIS?
Quizá algún día recordemos esta colección como el momento exacto en que la moda se volvió criatura. Cuando dejó de imitar para comenzar a sentir. Cuando se despegó de las temporadas para hundirse en los ciclos naturales.
SYMPOIESIS es un canto silencioso que lo cambia todo. Con sal. Con electricidad. Con movimiento. Y con la certeza de que, en el futuro, no elegiremos solo qué ponernos, sino qué cuidar.
¿Estás listo para convivir con tu ropa? ¿O prefieres seguir vistiendo cadáveres de tela?
“La prenda perfecta no viste el cuerpo, lo escucha”
“SYMPOIESIS es el Dior del siglo XXI, con tentáculos y bioluminiscencia”
“La moda del futuro ya no se cose, se cultiva”
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