Tom Ford no es un activista. Cuesta imaginar al diseñador de Gucci e Yves Saint Laurent protestando en la calle con una pancarta (y acaso, una palestina Chanel). Sin embargo, ha dejado clara su posición personal contra la llegada de los Trump a la Casa Blanca: está “triste y decepcionado”.
Ya le habían pedido vestir a Melania hace años, antes de que fuese la primera dama, y se negó. Ahora, en lo que a Ford respecta, la reina seguirá desnuda. Otros diseñadores, como Tommy Hilfiger, opinan que no se debe politizar el puesto de la primera dama. Pero “primera dama” es un puesto político de por sí.
Melania Trump está donde está por los votos, aunque no sean directamente suyos. Y está sujeta a la crítica de todos los ciudadanos. Cada quien participa desde su posición y con sus medios. Que un diseñador top se niegue a vestirla es una valiente declaración de principios.