El campo francés se viste de alta costura para volver a las raíces.
Estamos en el verano de 2025, en la fastuosa L’Orangerie del Château de Versalles. Me sitúo entre los invitados de la élite de la moda, un pez fuera del agua en este estanque de lujo silencioso, y observo cómo se despliega la nueva obra de Simon Porte Jacquemus. Se llama Le Paysan, un título que, en la tierra de las grandes frases, suena tan radical como un grito en un templo. Este no es un simple desfile, ni una simple colección. Es un regreso al origen, un viaje personal y un acto de amor a la vida rústica, presentado en el corazón del boato francés. Es un recordatorio de que la auténtica elegancia no nace de la riqueza, sino de la tierra, de la historia, de la propia humanidad.
La invitación ya era una señal. No traía una flor exótica ni un diseño minimalista, sino una imagen que parecía sacada del álbum de fotos de tu abuela: una familia de campo, sonriente, con las manos en la masa. Era un gesto tan directo, tan libre de artificios, que casi ofende a la pomposidad reinante. Pero esa es la grandeza de Simon. Él no vende ropa, vende una historia, un sentimiento. Nos dice: «La moda puede ser un negocio de miles de millones de euros, pero mis raíces están en una granja, pelando ajos y aceitunas, y no tengo por qué esconderlo».
“La moda es una cosa seria, pero la vida rural, mi familia, es algo sagrado.”
Los modelos empiezan a bajar una escalera semicircular, y el contraste es inmediato. El salón de piedra, vasto y bañado por el sol, se llena con siluetas que parecen sacadas de un cuadro de Jean-François Millet, pero con la chispa de la modernidad. Predominan los colores neutros, casi monacales: blancos, beiges, cremas y negros. Es como si el campo de Provenza, en toda su naturalidad y sin filtros de Instagram, hubiera entrado a palacio. No hay estridencias. Los pasteles suaves, como un azul pálido o un amarillo manso, aparecen como ráfagas de luz, como un amanecer sobre los campos de lavanda.
¿Y las prendas? Aquí es donde el genio de Jacquemus se revela. Hay vestidos con volantes que se abren como una flor en el viento, blusas sueltas que parecen cosidas por la propia naturaleza y pantalones amplios que invitan a caminar por los surcos recién labrados. Es ropa para vivir, para trabajar, para sentir el aire en la piel, no para ser una estatua en una pasarela. Incluso los blazers y chaquetas, más estructurados, tienen un giro: uno, por ejemplo, tiene las mangas con una textura casi arquitectónica y puntiaguda, como si las espinas de un cardo hubieran decidido posarse en la tela. Los hombres, por su parte, desfilan con blazers sastre, prendas de punto sobredimensionadas y trajes en capas, recordándonos que la elegancia no es un traje de Armani, sino una actitud.
El futuro de la moda está en el pasado.
Recuerdo que, en su día, la alta costura era un asunto de la élite, algo inalcanzable, casi un privilegio. Pero Simon Porte Jacquemus ha tomado el modelo, lo ha sacudido, y le ha dicho al mundo: «El lujo no es solo un precio, es una historia, una artesanía, un sentir». Con Le Paysan
, el diseñador vuelve a las ideas de sus primeras colecciones, esas que hablaban de su abuela, su familia, y de la sencillez radical. Este no es un simple ejercicio de nostalgia; es una reinvención.
“Hay más sabiduría en una canasta de verduras que en un bolso de lujo forzado.”
Las anécdotas están por todas partes. Los accesorios, por ejemplo, son un chiste privado para los que entienden. Hay bolsos con forma de puerro de piel, de cebolla o de fruta. Algunos modelos llevan bolsos de paja que parecen canastas para ir al mercado, pero con un diseño tan impecable que son joyas. Y qué decir de los sombreros. Hay unos ajustados a la cabeza, como gorros de los que se usan para trabajar en el campo, pero hechos con el tacto de un orfebre. Es una burla, una ironía sutil y provocadora a la superficialidad de la industria.
El propio diseñador ha compartido en su web oficial que la colección es un homenaje a su infancia en el sur de Francia, una declaración de amor a su herencia rural. El lugar elegido, L’Orangerie, un invernadero donde se protegían los frutales y las plantas del castillo, no es casual. Es el reflejo perfecto de su propia historia: él, un niño humilde, protegido por el cariño de su familia, ahora está en el corazón de uno de los lugares más fastuosos del mundo. La elegancia de las prendas de lino, el algodón y las telas naturales, se mezcla con la grandeza de la piedra y los jardines. Es un choque de mundos que crea una fuerza poética.
«La historia que llevamos en la ropa, la autenticidad que te define, es el único lujo que importa.»
Jacquemus nos enseña una lección de liberalismo clásico: la libertad de ser uno mismo. Él no se somete a los dictados del momento ni a la histeria de la opinión social. En lugar de ceder a la agenda del día, él toma sus raíces, su propia historia, y la convierte en el centro de su universo creativo. Es un acto de valentía en un mundo que premia la homogeneidad y la corrección. Nos recuerda que la verdadera fuerza reside en la diferencia, en honrar de dónde vienes, y en transformar lo ordinario en extraordinario.
El artículo de The Art Pulse lo resume a la perfección: «Le Paysan’ (el campesino) nunca fue un disfraz. Fue verdad, memoria, familia. Era el olor a algodón planchado un domingo, el susurro de los delantales dados la vuelta, la elegancia del armario de su abuela». Así es. No es solo un desfile de ropa; es un reportaje en vivo de una vida. Y en ese sentido, el trabajo de Simon es un antídoto contra la amnesia cultural que a veces nos invade.
Puedes ver el video del desfile aquí: Jacquemus Fall Winter 2025/2026 ‘Le Paysan’.
Y en la web de Jacquemus puedes ver la colección y el manifiesto completo: Le Paysan – Jacquemus.
Al final de todo, ¿qué nos queda? La belleza de una idea simple, honesta, que se atreve a ser grande sin dejar de ser ella misma. ¿Será este un punto de inflexión para la moda? ¿Volveremos a honrar la artesanía y la historia por encima del espectáculo fugaz? La pregunta queda en el aire, flotando como el aroma de la lavanda en un campo de Provenza.