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El siglo de Fendi: una historia de familia, moda y memoria

Fendi 100 años: legado, estilo y emoción romana

El siglo de Fendi: una historia de familia, moda y memoria

Cuando la sastrería se convierte en recuerdo y Roma en actitud

Estamos en octubre de 2025, en Roma. Fendi cumple 100 años y lo celebra con una colección Otoño/Invierno 2025–2026 que es tanto una carta de amor a su herencia como un manifiesto sobre su futuro. En un siglo, la casa romana no solo ha vestido cuerpos: ha vestido épocas, ironías y sueños.

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Por qué Fendi sigue marcando el compás de la elegancia

Cien años dan para muchas historias, pero pocas casas pueden contarlas con tanta coherencia. Desde que Adele y Edoardo Fendi abrieron su primer taller en 1925, Roma fue su musa y su escenario. Ahora, Silvia Venturini Fendi —nieta de los fundadores— devuelve a la ciudad ese eco de lujo y cercanía. La colección Otoño/Invierno 2025–2026 no mira atrás con nostalgia, sino con gratitud. Y con una sonrisa.

Fendi no celebra el pasado; lo conversa”, parece decir cada prenda. Los abrigos largos parecen abrazos de lana; los cinturones dorados, la metáfora de un linaje que sabe ajustarse al tiempo sin asfixiarlo. La sastrería, ese ADN de la casa, se convierte en lenguaje emocional: blazers que parecen esculturas, pantalones de campana que se mueven como si recordaran la Via Veneto de los sesenta.

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Roma como estado mental

Roma no es una ciudad; es una temperatura del alma. En esta colección, los colores respiran su historia: verdes de laurel, chocolate, grafito, terracota, rosa empolvado y canela. Tonos que se sienten como un atardecer visto desde el Gianicolo, entre risas y cigarrillos. Las texturas —cuero en patchwork, plisados con efecto mármol— evocan las fachadas de piedra desgastadas por el tiempo y el arte.

Roma enseña a no tener prisa, ni en la vida ni en la moda.”
Y eso es justo lo que logra Silvia: una colección que no busca la tendencia, sino la permanencia. Cada prenda tiene un aire de herencia sin ser museística, una belleza que huele a pasado pero camina hacia adelante.


Fendi Giano: entre lo retro y lo futurista

Si Fendi tuviera un tótem, sería su bolso. El nuevo Fendi Giano es, quizá, el más simbólico: doble cara, doble lectura, doble vida. Retro y futurista a la vez, juega con materiales que recuerdan al cuero más clásico y al diseño más espacial. Es un guiño a la dualidad que define la marca: tradición artesanal y mirada moderna.

El icónico Spy Bag reaparece con piel de borrego color sorbete —una ironía deliciosa, una forma de decir que el humor también puede ser lujo—. Y las inmortales Peekaboo, Baguette y Mamma Baguette se reinventan en materiales inesperados, con brillo, textura y un punto teatral.
Incluso hay espacio para ellos: el bolso Lui y un hobo suave en Cuoio Romano traen la elegancia masculina al mismo tono cálido de la colección.


“Cumplir cien años sin parecer viejo es un arte. Fendi lo domina.”

La moda, cuando envejece bien, no necesita nostalgia: necesita verdad. Y eso es lo que esta colección propone. Las prendas nocturnas —faldas, vestidos de encaje sobre cashmere, camisas con lentejuelas— no buscan el exceso sino la emoción contenida. El lujo entendido como caricia, no como grito.

Las estolas tipo bufandas XL abrazan los cuellos como si fueran recuerdos familiares, y la joyería de Delfina Delettrez, nieta también de la saga, pone el broche poético: collares de cadena, aretes-escultura, colgantes con forma de obelisco. Roma convertida en joya.

By Johnny Zuri

A veces pienso que el secreto de Fendi no está en su taller, sino en su memoria. En cómo logra que un trozo de cuero o un pliegue de seda parezcan tener historia, pero también destino.


Cómo la sastrería de Fendi cuenta su propia biografía

La sastrería de Fendi es un idioma en sí mismo. Aquí, la técnica no compite con la emoción; la contiene. Los abrigos parecen vestidos, los trajes se aligeran con una ironía precisa, casi musical.
Esa mezcla —entre estructura y suavidad— define la nueva feminidad que Silvia propone: fuerte sin rigidez, libre sin desorden.

Elemento clave Significado en la colección Inspiración
Abrigos con cinturas marcadas Poder contenido, herencia familiar Iconografía de los 50 reinterpretada
Tejidos que imitan piel Modernidad ética y artesanal Laboratorio Fendi, Roma
Patchwork de cuero Contraste entre tradición y experimento Talleres de Milán
Plisados mármol Evocación arquitectónica Esculturas romanas
Cinturones dorados Símbolo del linaje y del tiempo Clásicos de Silvia Venturini

En tiempos donde todo cambia cada semana, Fendi se toma el lujo de la constancia. Esa es su verdadera innovación.


“El lujo no es velocidad, es memoria.”

Y en esa frase podría resumirse todo este aniversario. Lo que se celebra no es solo la longevidad de una marca, sino la persistencia de una mirada: la de una familia que supo traducir su ciudad en forma, color y textura.

Roma sigue latiendo en cada costura. No como postal, sino como actitud: caminar con elegancia incluso sobre el empedrado.
Fendi no se limita a vestir cuerpos; viste maneras de estar en el mundo.


El futuro según Silvia Venturini Fendi

Silvia no disfraza su emoción. En las entrevistas de este año lo repite con franqueza: “Esto no es un homenaje a mi familia, es una conversación con ellos.” Cada bolso, cada abrigo, cada costura es una frase de ese diálogo continuo entre generaciones.
No hay grandilocuencia, hay amor. Y una suerte de ironía muy romana: tomarse el lujo en serio, pero no demasiado.

El nuevo espacio de Fendi en Milán, pensado como laboratorio creativo, no pretende competir con la historia de Roma sino prolongarla. Es allí donde las jóvenes manos aprenden de los viejos artesanos que aún cortan, cosen y ríen con la misma paciencia que en 1925.

By Johnny Zuri

Ver un atelier de Fendi en acción es como mirar un reloj desde dentro: cada engranaje parece independiente, pero todo late al mismo ritmo.


Entre el ayer y el mañana

Cien años después, Fendi no necesita justificar su lugar. Lo ha ganado con coherencia, con humor y con una cierta elegancia desobediente. No sigue la moda: la interpreta. No vende lujo: lo traduce en emoción.

Y es que, a fin de cuentas, el siglo de Fendi no es solo una línea de tiempo. Es una manera de entender la belleza como algo humano, imperfecto, cálido. Como Roma misma.


Preguntas frecuentes sobre Fendi 100 años

¿Qué celebra Fendi en 2025?
El centenario de su fundación, con una colección Otoño/Invierno 2025–2026 diseñada por Silvia Venturini Fendi que rinde homenaje a la herencia romana y a cinco generaciones de la familia.

¿Dónde se presentó la colección?
En Roma y en el nuevo espacio Fendi de Milán, creado como taller-laboratorio para unir pasado y futuro.

¿Qué caracteriza la colección FW25–26?
La mezcla entre sastrería artesanal, tejidos que imitan piel, colores inspirados en Roma y accesorios con un toque retro-futurista.

¿Qué bolsos destacan este año?
El nuevo Fendi Giano, el regreso del Spy Bag y reinterpretaciones de Peekaboo, Baguette y Mamma Baguette.

¿Cuál es el papel de Silvia Venturini Fendi?
Como directora creativa, lidera el rumbo de la casa, reinterpretando el legado familiar con una visión contemporánea y emocional.

¿Hay novedades para hombre?
Sí, con el bolso Lui y versiones suaves en Cuoio Romano que amplían el lenguaje de la marca hacia lo masculino.

¿Por qué Fendi sigue siendo relevante?
Porque mantiene viva su esencia romana: ironía, artesanía y elegancia natural, sin necesidad de disfrazar su historia.


By Johnny Zuri

Un siglo después, Fendi no envejece: se asienta. Como el vino bueno, como las ciudades que saben reírse de sí mismas. Porque en el fondo, Roma y Fendi comparten el mismo secreto: la belleza no pasa, se transforma.

 

Origen: 1925–2025: EL SIGLO DE FENDI | Noir Magazine

Lencería accesible que combina calidad comodidad y confianza para todos

Lencería accesible que combina calidad comodidad y confianza para todos

La lencería ha dejado de ser vista únicamente como una prenda de uso íntimo. Para muchas personas, representa un espacio donde se reflejan la seguridad personal, la autoestima y el bienestar. Cada vez más marcas entienden que el valor no radica solo en la estética, sino también en la comodidad y la posibilidad de adaptarse a diferentes cuerpos y estilos de vida.

Una tienda online de lencería económica muestra cómo el sector se ha diversificado para responder a nuevas demandas. El acceso a productos de calidad a precios razonables es uno de los ejes principales de esta tendencia. La intención es que sea una opción al alcance de todos, sin que la accesibilidad implique resignar diseño ni durabilidad.

Lencería accesible que combina calidad comodidad y confianza para todos 13

El mercado actual ofrece múltiples alternativas que buscan equilibrar sensualidad y confort. Sujetadores, bralettes, bodys y conjuntos completos se diseñan con materiales que priorizan la suavidad, la resistencia y el ajuste adecuado. La innovación en telas y cortes ha permitido que se adapten a una mayor variedad de talles, ampliando la inclusión en un rubro que históricamente estuvo más limitado.

La comodidad ocupa un lugar central en las nuevas colecciones. El uso diario exige que las prendas acompañen la rutina sin generar molestias. En este sentido, se han popularizado modelos sin aros, costuras planas y elásticos suaves, que brindan soporte sin dejar de lado la practicidad. Al mismo tiempo, la estética no queda relegada: los diseños incluyen encajes, transparencias y colores variados, de modo que cada persona pueda encontrar opciones que reflejen su estilo.

Uno de los aspectos más destacados es la diversidad de talles y la apuesta por mostrar cuerpos reales en las campañas de comunicación. Esta estrategia responde a una demanda creciente de consumidores que buscan identificarse con las marcas y sentirse representados. Mostrar variedad en los cuerpos y en las edades transmite un mensaje claro: la lencería es para todos y no debe quedar restringida a un modelo único de belleza.

La venta online ha potenciado este fenómeno. A través de catálogos digitales, fotografías detalladas y descripciones precisas, los clientes pueden elegir con mayor información y confianza. Muchas plataformas también incluyen guías de talles, videos explicativos y la posibilidad de realizar consultas personalizadas. Este tipo de servicio genera un vínculo más cercano y facilita el acceso a la compra sin necesidad de trasladarse.

Los precios accesibles cumplen un rol importante en el crecimiento de este segmento. Frente a la percepción de que la ropa interior de calidad suele ser costosa, han surgido propuestas que demuestran lo contrario. “El objetivo es derribar la barrera económica y permitir que más personas disfruten de prendas bien diseñadas, elaboradas con materiales resistentes y adecuados para distintos usos”, afirman en Donamoda

El impacto de estas iniciativas no se limita al plano individual. Al promover la inclusión y la diversidad, las marcas contribuyen a instalar nuevos estándares en la industria de la moda. La representación de cuerpos diferentes y la comunicación sin filtros generan un cambio cultural que repercute en la manera en que la sociedad concibe la ropa interior y, en general, la relación con el propio cuerpo.

El futuro del sector parece orientarse hacia una mayor personalización. Las empresas trabajan en colecciones que integran variedad de talles, tejidos adaptables y diseños que responden a estilos de vida distintos. También se explora la sostenibilidad, con el uso de materiales reciclados y procesos de producción más responsables con el medio ambiente, lo que amplía aún más el alcance de estas propuestas.

La lencería se consolida como un espacio de libre elección, donde cada persona puede encontrar prendas que se ajusten a sus necesidades y preferencias. Con opciones accesibles y pensadas para todos los cuerpos, se abre la posibilidad de disfrutar de la moda íntima de una manera más inclusiva y consciente.

 

La moda como espacio de expresión y transformación femenina en la actualidad

La moda como espacio de expresión y transformación femenina en la actualidad

La forma en que las mujeres se relacionan con la moda ha cambiado de manera significativa en los últimos años. Más allá de seguir tendencias puntuales, la vestimenta se ha convertido en una herramienta para expresar identidad y valores personales. Este proceso también refleja la manera en que la industria se adapta a nuevas demandas sociales, dando espacio a una mayor diversidad de cuerpos, estilos y propuestas.

Un aspecto visible de esta transformación se encuentra en la oferta de moda y complementos de mujer en Las Palmas. Las boutiques y negocios locales han ampliado su propuesta, incorporando prendas y accesorios que no solo siguen criterios de diseño, sino que también resultan accesibles en precio. Esto facilita que más personas puedan elegir artículos que se ajusten a sus necesidades y posibilidades económicas sin renunciar a la calidad.

La moda como espacio de expresión y transformación femenina en la actualidad 14

El acompañamiento en el proceso de compra es otro de los elementos que han tomado fuerza. Cada vez más clientas valoran una atención cercana, en la que se tengan en cuenta sus preferencias y se les brinden recomendaciones personalizadas. Este tipo de servicio no solo contribuye a que la compra sea más práctica, sino que también genera un vínculo de confianza entre el comercio y la persona que lo visita. La experiencia se convierte así en un factor decisivo para fidelizar a las consumidoras.

Los accesorios cumplen hoy un papel central dentro de este panorama. Bolsos, calzado o piezas de joyería permiten completar un atuendo y darle un sello distintivo. Más allá de lo estético, estos elementos ofrecen la posibilidad de adaptar la vestimenta a distintos contextos, lo que amplía las opciones de uso. La facilidad para combinarlos convierte a los complementos en aliados que responden tanto a criterios prácticos como a preferencias individuales.

El debate sobre la sostenibilidad también atraviesa al sector. Muchas marcas han comenzado a revisar sus procesos, incorporando materiales de bajo impacto ambiental o métodos de producción responsables. Esta decisión responde al interés de un público que busca consumir de manera más consciente y que evalúa no solo el aspecto del producto, sino también su origen. El crecimiento de estas prácticas muestra que las elecciones de compra pueden tener efectos que van más allá de lo personal, influyendo en la manera en que la industria se proyecta hacia el futuro.

Las redes sociales han sido un motor de cambio en esta dinámica. Plataformas como Instagram y TikTok facilitan la circulación de estilos diversos y acercan a las consumidoras a referentes que rompen con los estándares tradicionales. La visibilidad de distintos cuerpos y formas de vestir ha impulsado un proceso de aceptación más amplio, en el que la moda aparece como un espacio plural. En este contexto, desde Modas Gisalda, afirman: “El rol de influencers y creadoras de contenido ha contribuido a esta apertura, mostrando que existen múltiples maneras de construir una estética personal”.

La digitalización también transformó los hábitos de consumo. Las tiendas en línea ofrecen un acceso más amplio a prendas y complementos, lo que permite comparar precios, estilos y marcas sin limitaciones geográficas. Esta facilidad amplía la participación en el mercado, aunque también abre interrogantes sobre la necesidad de promover un consumo más reflexivo. La rapidez en el acceso exige considerar el impacto que las decisiones de compra generan a nivel social y ambiental.

La moda femenina se encuentra en un punto en el que conviven tradición y cambio. La posibilidad de combinar precios accesibles, atención personalizada y propuestas sostenibles abre un nuevo escenario en el que las consumidoras no solo buscan vestir, sino también expresar quiénes son. En este contexto, cada elección adquiere un valor que trasciende lo inmediato y refuerza la idea de que la autenticidad es un elemento central en la manera de relacionarse con la vestimenta de hoy.

 

Dolores Cortés SS26 y el diálogo inesperado entre el Mediterráneo y África

¿Puede la moda de baño contar una historia?

Dolores Cortés SS26 y el diálogo inesperado entre el Mediterráneo y África

Es septiembre de 2025 en Madrid, dentro del Palacio de Cibeles, y la pasarela no solo brilla con bañadores: vibra con un mensaje codificado en geometrías, colores y memoria. La colección Dolores Cortés SS26 se convierte en un viaje inesperado desde el Mediterráneo hasta las aldeas Ndebele del sur de África. Aquí no hay simple exotismo ni clichés turísticos: hay un relato en lycra sobre resistencia, tradición y futuro.

¿Por qué la colección Ndebele rompe esquemas en 2026?

Cuando el legado familiar se une a la innovación textil global

Hace falta retroceder hasta los años 50 para entender este momento. En aquel entonces, Dolores Cortés Goterris, pionera y testaruda, fue la primera en diseñar bañadores elásticos en España. Lo hizo a mano, cuando el tejido elástico parecía casi una invención de ciencia ficción. Décadas después, su hija Dolores Font Cortés recoge ese testigo y transforma la prenda de baño en objeto de deseo. Lo que parecía un pequeño negocio textil en Castellón hoy se celebra como una marca que juega en primera división en la Mercedes-Benz Fashion Week Madrid.

La colección SS26, bautizada Ndebele, no es un gesto vacío: es el punto de encuentro entre una dinastía familiar y una narrativa que trasciende océanos. Porque cuando las modelos caminan bajo los cristales de la Galería, no desfilan solo bañadores, sino símbolos que se leen como un idioma secreto.

“El lujo verdadero no es brillo, es memoria hecha materia.”

Dolores Cortés SS26 y el diálogo inesperado entre el Mediterráneo y África 15


El lenguaje oculto de los muros pintados

Los símbolos Ndebele convertidos en geometría textil

En Sudáfrica, durante los años más oscuros del apartheid, las mujeres Ndebele inventaron un lenguaje visual donde cada color tenía un significado vital: el rojo advertía de peligro, el verde celebraba la calma tras una hambruna. No era decoración: era supervivencia pintada a mano en las paredes de barro.

Ahora, esos códigos reaparecen en otra superficie inesperada: la lycra. Pero no como copia, sino como traducción. Dolores Cortés no calca patrones; los reinterpreta. Y lo hace en una paleta que navega entre tonos tierra, azules oceánicos y contrastes en blanco y negro. Cada pieza es como un mural portátil, una pared que se mueve al ritmo del cuerpo.

Y lo curioso es que estas prendas, pensadas para playas mediterráneas, llevan dentro la huella de aldeas africanas donde cada línea recta exigía años de práctica.

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El futuro tejido con residuos marinos

Cuando un bikini se fabrica con redes de pesca

Aquí entra la parte que nadie esperaba: los tejidos. La colección SS26 no se limita a estética cultural; también introduce un material con nombre propio: ECONYL®, nylon regenerado a partir de redes de pesca y residuos plásticos. Ese plástico que ahoga mares mediterráneos se transforma en bañador de lujo.

El dato es claro: el mercado global de trajes de baño regenerados apunta a los 16.200 millones de dólares en 2032. Pero mientras muchos apenas empiezan a hablar de “tendencias sostenibles”, Cortés ya las materializa en pasarela.

Un fleco que baila al viento no es solo un detalle coqueto: es símbolo de movimiento, de fluidez y de memoria. Y sí, también de una playa más limpia.


El Palacio de Cibeles convertido en caleidoscopio

Arquitectura y moda conversan en un mismo idioma

No es casualidad que la colección se muestre en el Palacio de Cibeles. Sus más de 2.000 cristales irregulares multiplican las geometrías africanas hasta el infinito. La sensación en la sala es la de un caleidoscopio vivo: los trajes de baño se descomponen en fragmentos de luz y se recomponen en mil versiones posibles.

Es como si el propio edificio, símbolo de la modernidad madrileña, quisiera hablar con los murales Ndebele. Pasado y futuro, piedra y lycra, tradición y reciclaje. Todo en el mismo plano.

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El lujo que no presume, cuenta historias

Entre Castellón y Johannesburgo, entre taller y pasarela

Lo más provocador de esta colección no es el estampado ni el corte de los bikinis. Es el gesto de democratizar el lujo: piezas producidas en talleres locales españoles que, sin renunciar a la excelencia, se atreven a dialogar con símbolos africanos.

Cada bañador lleva la huella de costureras locales, manos que trabajan con paciencia, y al mismo tiempo la herencia de mujeres africanas que pintaban en secreto sus paredes. ¿Es posible juntar dos mundos sin forzar? Aquí la respuesta parece un sí rotundo.

Johnny Zuri:

“El verdadero lujo no está en el oro, sino en la coherencia entre lo que vistes y lo que significa.”


Entre lo vintage y lo futurista

Los colores de ayer como pasaporte hacia mañana

Los tonos tierra y las geometrías producen una paradoja deliciosa: parecen sacados de un mural antiguo y al mismo tiempo de un catálogo futurista. Esa dualidad crea lo que podríamos llamar un vintage del futuro: prendas que no envejecen, que no buscan caducar en una temporada.

En un mercado dominado por la moda rápida y la obsolescencia programada, la propuesta de Cortés apuesta por lo opuesto: inmortalidad estética.


Cuando la tradición se sube a un BMW

Esther Mahlangu y la prueba de que todo puede ser lienzo

Hay un antecedente que lo explica todo. Esther Mahlangu, la artista Ndebele más reconocida, pintó un BMW como si fuera una pared de su aldea. Demostró que la tradición puede habitar un coche, una casa, un cuerpo, o incluso un bikini.

La colección SS26 recoge esa idea: cada bañador es un lienzo móvil. Y en esta ocasión, el lienzo desfila frente a la mirada global de la Mercedes-Benz Fashion Week Madrid, que en su 40º aniversario se transforma en cápsula histórica.


¿Qué nos dice realmente la colección SS26?

Una invitación a pensar la moda como arqueología

El mensaje final no es evidente, pero está ahí: el lujo del mañana se escribe con hilos de memoria. La colección Ndebele demuestra que el futuro de la moda no depende solo de la tecnología, sino de rescatar lo que nunca deberíamos haber olvidado: los lenguajes antiguos, los símbolos que daban sentido a la vida.

En tiempos de paletas digitales y tendencias efímeras, Dolores Cortés pinta el mañana con pigmentos del ayer. Y nos recuerda que vestir también puede ser un acto de resistencia silenciosa.


Johnny Zuri:

“Un bikini puede ser tan político como un mural en tiempos de prohibición. La diferencia está en saber leerlo.”


Preguntas que quedan flotando en el aire

¿Será capaz la moda de baño de 2026 de seguir este camino de respeto y coherencia?
¿O volverá a la tentación fácil de la copia superficial y la moda rápida?
¿Hasta qué punto estamos listos para entender que un bañador puede contar la misma historia que una pared pintada bajo el apartheid?

Lo cierto es que, al salir del Palacio de Cibeles, uno ya no piensa en un simple bikini, sino en un código secreto que conecta playas mediterráneas con aldeas africanas. Y en esa conexión está el verdadero lujo.

Fashion retro apocalíptica: elegancia entre ruinas

Fashion retro apocalíptica: elegancia entre ruinas

Cómo la estética postapocalíptica transforma la moda urbana contemporánea

Estamos en septiembre de 2025, en una ciudad cualquiera de Europa, y lo primero que me golpea al ver una sesión de fashion retro apocalíptica es la sensación de estar ante una historia que no debería ser bonita, pero lo es. El humo de un motor fundido, la chapa retorcida de un coche que ya no arranca y un cielo plomizo sirven de altar para un vestido que parece recién salido de un desfile de lujo. Esa contradicción —la belleza en medio del desastre— tiene un magnetismo difícil de explicar y, sin embargo, lo siento en la piel: la estética postapocalíptica ya no es un recurso marginal, es parte de la conversación central de la moda futurista.

El contraste es tan brutal que engancha. Y no solo engancha: define. Lo que antes se veía como un decorado excéntrico para un videoclip de rock industrial ahora se instala en campañas, pasarelas y revistas. Lo arruinado ya no es un problema; es un lenguaje.

Origen: Lana Rose: Heartwarming, La Sensualidad Vintage Que Nos Quema Por Dentro – HOT PRINCESS

La ciudad como escenario devastado

El desfile de Balenciaga Primavera-Verano 2023 lo dejó claro: un lodazal convertido en pasarela, modelos hundiéndose en barro como si sobrevivieran al fin del mundo, pero con botas de miles de euros. El “Mud Show” no buscaba agradar: buscaba incomodar. Y funcionó. Demostraba que vestir para la ruina no es disfrazarse, sino exponer que la moda urbana también es resistencia.

Fashion retro apocalíptica: elegancia entre ruinas 16

Hace tiempo, cuando Alexander McQueen presentó su “Horn of Plenty”, ya había lanzado la advertencia: amontonar basura de colecciones pasadas y convertirla en escenario no era casualidad, era sátira. El lujo se construía sobre restos, sobre su propia obsolescencia. Hoy, esa ruina se ha vuelto recurso estético indispensable. “Lo roto no se oculta: se exhibe.”


El magnetismo de los coches destrozados

Frente a un vehículo destrozado, cualquier silueta cobra otra vida. El metal oxidado y la pintura descascarada funcionan como un coro de fondo, recordándonos a Mad Max: Fury Road, donde cuero, polvo y chatarra se convirtieron en un código cultural. La moda entendió el mensaje: un coche hecho trizas es más que un objeto, es un tótem.

Lo he visto en sesiones de editorial de moda underground: basta una pose firme, una luz dramática y ese coche sin ruedas para que la elegancia brille más fuerte. Es la paradoja perfecta: cuanto más herido el fondo, más gloriosa parece la prenda. Y no, no es un truco de marketing barato. Es un gesto de poder.


Ruinas industriales: fondo o mensaje

Una fábrica abandonada, un hangar oxidado, un muro desconchado. Al principio parecen solo decorados, pero en cuanto la cámara empieza a disparar se convierten en discurso. He trabajado en una sesión de fotografía con fondo industrial y comprobé lo que significa: la ropa deja de ser ropa y se vuelve resistencia cultural. No es lo mismo posar ante un fondo blanco que frente a un esqueleto de acero retorcido.

“La ruina no acompaña, editorializa.”

Y esa editorialización es la que legitima esta estética. No se trata de romanticismo por lo decadente; se trata de recordar que lo bello también nace del polvo y del óxido.


Grunge chic: la columna vertebral del caos

Sin el grunge y el punk, nada de esto tendría sentido. El estilo grunge chic es la argamasa que sostiene este edificio estético. Ropa áspera, capas sobre capas, cuero agrietado y denim que no pide perdón. Marc Jacobs lo entendió cuando recuperó su Redux Grunge Collection: volver a los noventa no era nostalgia, era reafirmar que lo imperfecto puede ser canon.

Ese “anti-lujo convertido en lujo” es el ADN de la moda que hoy se viste para sobrevivir. Lo retro no se queda en recuerdo: muta en propuesta.


El linaje futurista: del cyberpunk al asfalto

La otra pata es lo que podríamos llamar el brazo futurista de la estética. El cyberpunk lo puso fácil: neones, prótesis, cuero brillante, cuerpos intervenidos. Rick Owens lo llevó más allá: humo, brutalismo y belleza apocalíptica como declaración moral. Es un desfile que no solo viste, sermonea.

Esa fusión de lo grunge con lo futurista ha creado un nuevo mapa: ropa de combate urbano con guiños retro-punk, pero con una narrativa distópica que no se oculta. Ahí está el gancho: no se trata de disfrazarse de videojuego, sino de vestir como si el mañana estuviera ya aquí y fuera despiadado.


Técnica: cómo se hace el impacto

He estado en sesiones donde lo que marca la diferencia no es el look, sino la luz. Un flash duro que corta el aire lleno de polvo, un contraluz que convierte la silueta en estatua, un halo de haze que da volumen sin tragar la prenda. La atmósfera es el cincel de la estética retro apocalíptica.

La pose tampoco se improvisa: hombros hacia delante, manos que dialogan con el metal roto, cintura ceñida como si el cinturón fuera una cuerda de supervivencia. Es una coreografía donde la elegancia no se rinde al caos, lo domina.


Reciclaje como idioma de lujo

Lo más interesante es cuando la estética no se queda en lo visual, sino que se cuela en el propio tejido. Marine Serre trabaja con prendas regeneradas y deja la trazabilidad a la vista, como si la etiqueta fuera parte del relato. Maison Margiela hace lo mismo con Recicla, convirtiendo piezas vintage en objetos de lujo quirúrgico.

No es solo costura: es arqueología de la moda. Cada pieza cuenta de dónde viene y hacia dónde va. Y en ese tránsito, la inspiración distópica se convierte en método real de diseño.


Íconos que marcaron el camino

Balenciaga con su barro, McQueen con su basura negra, Marc Jacobs devolviendo al grunge su dignidad, Rick Owens elevando la ruina a espectáculo. El cine con Mad Max y hasta el videojuego Cyberpunk 2077 como glosario de estilos. Todos han contribuido a que hoy podamos hablar de un canon: la fashion retro apocalíptica ya no es rareza, es lenguaje compartido.


En la calle: del pasarela al asfalto

Lo que parecía exclusivo de editoriales se filtra a la moda urbana: botas pesadas, abrigos con hombros firmes, capas técnicas que parecen armaduras y prendas que aceptan la suciedad como parte de su encanto. El desgaste se convierte en pátina, no en defecto.

“Vestirse para el apocalipsis es vestirse para la vida.”

Lo veo en jóvenes que mezclan militar con vintage, en marcas que usan el óxido como estampado, en shootings que prefieren una nave abandonada a un estudio reluciente. La moda se atreve a mancharse porque sabe que la mancha es verdad.


Vehículos destruidos: más que decorado

Colocar a una modelo frente a un coche calcinado no es un truco fácil. Es un símbolo cargado. Mad Max ya lo había grabado en la retina colectiva: la chatarra es altar. La moda lo retoma para decir que la elegancia también sobrevive entre restos.

Cada panel oxidado refleja un poco del vestido, cada cristal roto multiplica el gesto. Es ahí donde la editorial de moda underground encuentra su fuerza: no necesita explicación, el objeto ya habla por sí mismo.


Mirando hacia adelante, con memoria retro

El futuro de esta estética no es pasajero. Lo veo como un triángulo sólido: materiales regenerados que cuentan una verdad tangible, escenarios industriales que editorializan sin maquillaje y técnicas fotográficas que convierten la destrucción en pedestal. En ese espacio, lo retro y lo futurista ya no discuten, trabajan juntos.

“Si la distopía es el clima emocional de la época, la fashion retro apocalíptica es su idioma visual.”

Me pregunto si dentro de veinte años seguiremos viendo coches destrozados como símbolos de glamour o si los sustituiremos por drones caídos o rascacielos vacíos. La incógnita está abierta: ¿qué ruinas vestirán la elegancia del futuro?

Tratamientos disponibles para verse más joven de forma segura

Tratamientos disponibles para verse más joven de forma segura

Los tratamientos de estética facial se han convertido en una práctica habitual para quienes buscan mantener una apariencia más joven de manera responsable. Existen diferentes tipos de procedimientos, desde los mínimamente invasivos hasta intervenciones quirúrgicas, que se adaptan a las necesidades de cada paciente y al estado de la piel. La elección depende de múltiples factores, incluidos la edad, el tipo de piel, los objetivos estéticos y la recomendación de profesionales especializados.

En este contexto, la clínica estética Alcázar de San Juan ofrece una amplia gama de opciones para rejuvenecer el rostro. Entre los procedimientos más demandados se encuentran los rellenos dérmicos, la toxina botulínica y los peelings químicos. Cada técnica tiene características específicas y objetivos concretos. Los rellenos permiten restaurar volumen en zonas donde la piel ha perdido firmeza, mientras que la toxina botulínica actúa sobre la musculatura facial para reducir la apariencia de arrugas y líneas de expresión. Los peelings químicos, por su parte, buscan renovar la superficie cutánea y mejorar la textura y el tono de la piel.

Tratamientos disponibles para verse más joven de forma segura 17

Otra técnica que ha ganado popularidad es la radiofrecuencia. Utiliza energía para estimular la producción de colágeno y elastina, contribuyendo a la firmeza de la piel. A diferencia de las intervenciones quirúrgicas, la radiofrecuencia no requiere anestesia ni tiempo de recuperación prolongado, lo que la convierte en una opción atractiva para pacientes con agendas ocupadas. De forma similar, los tratamientos con láser permiten corregir manchas, mejorar la textura y reducir arrugas, adaptándose a distintos tipos de piel y necesidades estéticas.

Los métodos quirúrgicos siguen siendo una alternativa para quienes buscan cambios más pronunciados. Cirugías como el lifting facial o la blefaroplastia permiten reposicionar la piel y los tejidos subyacentes, logrando resultados duraderos. La selección depende de una evaluación médica detallada, que considera factores de salud, estructura facial y expectativas del paciente. La planificación cuidadosa y la experiencia del cirujano son esenciales para minimizar riesgos y obtener resultados satisfactorios.

La combinación de técnicas no quirúrgicas y quirúrgicas se utiliza frecuentemente para optimizar los resultados. Por ejemplo, un paciente puede optar por un lifting facial para reposicionar tejidos y complementar con rellenos dérmicos para ajustar volumen en áreas específicas. Esta estrategia permite abordar el envejecimiento facial de manera integral, considerando tanto la estructura como la textura de la piel. Los profesionales en estética recomiendan un enfoque personalizado, donde cada plan se ajuste a las características individuales de la persona.

La evaluación previa es un paso fundamental en cualquier procedimiento de rejuvenecimiento. Los especialistas analizan antecedentes médicos, historial de tratamientos previos y expectativas estéticas. “Esta información permite definir la técnica más adecuada y prevenir posibles complicaciones. Asimismo, se asesora a los pacientes sobre cuidados posteriores, como protección solar, hidratación y seguimiento médico, elementos clave para mantener los resultados a largo plazo”, indican desde Harmony, clínica estética.

El papel de la tecnología ha sido determinante en la evolución. Equipos de última generación permiten atenciones más precisas y seguras, reduciendo riesgos y acortando los tiempos de recuperación. Además, la innovación ha facilitado el desarrollo de técnicas menos invasivas que ofrecen resultados visibles sin requerir hospitalización ni períodos prolongados de reposo.

La aceptación de estos procedimientos ha crecido en los últimos años, impulsada por la mayor información disponible y la profesionalización del sector. Los pacientes buscan resultados naturales y seguros, y la tendencia es priorizar la salud de la piel y la armonía facial por encima de cambios drásticos. La regulación y supervisión de los tratamientos estéticos garantiza que se realicen con estándares de calidad y seguridad, lo que genera confianza entre los usuarios.

El rejuvenecimiento facial y sus distintas opciones de tratamiento ofrecen a las personas herramientas para cuidar su apariencia de manera planificada y responsable. La decisión de intervenir debe basarse en asesoramiento profesional, información completa y expectativas realistas. Con un enfoque consciente y personalizado, los procedimientos permiten mantener la salud de la piel y mejorar la confianza personal, contribuyendo al bienestar general y a la satisfacción con la propia imagen.

 

Por dentro de EMPORIO ARMANI y su futuro

Milán confirma el lujo discreto con tecnotextiles y sastrería italiana

Estamos en septiembre de 2025, en Milán, y EMPORIO ARMANI vuelve a imponerse en la MILAN FASHION WEEK con una certeza: la elegancia nunca ha necesitado altavoces. El desfile Otoño/Invierno 2025/26 no es un despliegue de artificio, sino un ejercicio de control y madurez. Armani no corre, no grita, no se explica. Sabe que quien entiende, entiende. Y esta vez lo ha hecho con MODA FUTURISTA que se viste con tradición, con TEXTURAS RICAS, con esa sobriedad que late como un pulso firme en medio del ruido.

Hace tiempo que sigo el camino de Giorgio Armani. Y siempre me sorprende la misma cosa: mientras otros intentan reinventarse con saltos mortales, él lo hace con un giro de muñeca. Aquí vuelve a demostrar que la SASTRERÍA ITALIANA es más moderna que cualquier holograma. Un hombro bien puesto, una caída limpia, un abrigo que no necesita eslóganes para imponerse. El resultado es un ESTILO URBANO CONTEMPORÁNEO que no juega a disfrazar, sino a vestir la vida real con autoridad silenciosa.

“Cuando la prenda está bien hecha, todo lo demás calla”.

Por dentro de EMPORIO ARMANI y su futuro 18

La novedad está en la forma de integrar lo tecnológico sin convertir la ropa en laboratorio. Armani lleva años experimentando en su línea deportiva con tejidos de compresión, ventilación y microajustes. Esa experiencia se filtra, como una corriente subterránea, hacia el armario urbano. Chaquetas que regulan mejor el calor interno, trajes que se sienten ligeros aunque el día pese, forros que colaboran con la postura sin que nadie lo note. Aquí la tecnología no brilla, se cose.

Lo más interesante es que el futuro no viene vestido de acero ni de plástico reflectante. El futuro aquí viene en terciopelo, lana, seda y hasta en un faux fur que sorprende por su suavidad contenida. Armani lo plantea claro: la innovación no tiene que parecer innovación para funcionar. “La tecnología que no se ve, manda”.


El urbano que propone la casa no se vende con pose ni promesas. No es un uniforme para influencers de manual. Es ropa que vive contigo. Piezas que aguantan más horas que un autónomo, que llegan dignas al final del día. Abrigos con hombro redondeado que imponen sin pesar, trajes relajados que no confunden amplitud con descuido, punto arquitectónico que abraza sin asfixiar. Colores oscuros, burgundy, verdes profundos y algún destello de amarillo retro que remite a los setenta, pero reinterpretados con la precisión de un bisturí.

Ahí es donde aparece la MODA VINTAGE REINVENTADA: no es un álbum de fotos, es un eco convertido en presente. El pasado inspira, pero el patrón decide. Giorgio Armani lo resumió con ironía: “Las figuras femeninas que prefiero tienen un cierto rigor… y me gusta romper los esquemas con algo inesperado”. Esa frase podría bordarse en cada una de las prendas de esta temporada.


La tecnología vestible, por ahora, muchos la asocian con relojes inteligentes. Pero la verdadera promesa está en el patrón, no en la pantalla. Lo que viene es fascinante: chaquetas que ayudan a mantener la espalda erguida sin convertirse en prótesis, pantalones que ajustan su caída según el movimiento, fibras que colaboran con la temperatura corporal como si fueran un termostato invisible. Tecnología cosida, no exhibida. Esa es la línea roja que Armani parece haber dibujado.


Otro eje fundamental de esta colección es el LUJO DISCRETO. El llamado “silencio” que algunos critican como frialdad es, en realidad, carácter. Aquí no hay logotipos XXL ni gritos de marca. Hay materiales nobles, cortes atemporales y detalles que solo se descubren al mirar de cerca. Es un lujo que se reconoce de cerca, no a tres manzanas de distancia. Y eso, en tiempos de exhibición compulsiva, es casi un gesto de rebeldía.

El diálogo entre lo masculino y lo femenino se expresa con naturalidad: hombros estructurados con cinturas insinuadas, pantalones amplios que conviven con tacones afilados, abrigos que podrían habitar dos armarios sin fricciones. Nada de confusión; es conversación. Y cuando el patrón está bien pensado, la conversación fluye sola.


En el plano de los materiales, Armani no presume de fórmulas secretas, pero los resultados se ven. Hay tejidos biofabricados, fibras que demandan menos agua, procesos que aprovechan residuos agrícolas. No como moda pasajera, sino como lógica de futuro. En 2025 nadie necesita discursos para entender que la calidad debe ir de la mano de la naturaleza. Y Armani lo aplica como quien respira: sin alardes, con pragmatismo.

Porque al final lo que importa no es la etiqueta técnica, sino la experiencia de uso. Una prenda pensada para durar cien puestas y seguir entera, un tejido que mantiene la caída después de una temporada completa, un abrigo que sigue siendo abrigo cuando lo necesitas y no solo cuando lo compras. Ahí se juega la verdadera modernidad.


Milán nos ofrece siempre un contraste jugoso. Mientras unas casas optan por saturar el ojo con color y volumen, Armani devuelve la calma con sobriedad afilada. Y esa calma se convierte en un arma. La pasarela fue prueba de ello: la gente salió sin dudas de lo que acababa de ver. Ropa para mañana, ropa para dentro de diez años. No un disfraz, no un experimento pasajero.

“El lujo no es volumen: es proporción, tacto y tiempo”.


Las preguntas que flotan después del desfile son inevitables. ¿Hasta dónde llegarán los tecnotextiles sin traicionar la tradición de la aguja italiana? ¿Cuándo veremos prendas que aprendan de nuestro cuerpo sin que lo notemos? ¿En qué punto la personalización será tan íntima que elegiremos, además de la talla, la personalidad de la prenda?

Lo único seguro es que EMPORIO ARMANI ha vuelto a marcar el paso en esta MILAN FASHION WEEK. Ha bordado un futurismo cálido, humano, que no busca asustar ni deslumbrar, sino acompañar. Y lo ha hecho con el mismo pulso de siempre: tradición en un brazo, innovación en el otro.

Como decía un viejo sastre de barrio, “el traje es una arquitectura de aire”. Y en 2025, Armani sigue construyendo catedrales invisibles con hilo y aguja.

Por qué la colección Le Paysan de Jacquemus es un manifiesto de fuerza

El campo francés se viste de alta costura para volver a las raíces.

Estamos en el verano de 2025, en la fastuosa L’Orangerie del Château de Versalles. Me sitúo entre los invitados de la élite de la moda, un pez fuera del agua en este estanque de lujo silencioso, y observo cómo se despliega la nueva obra de Simon Porte Jacquemus. Se llama Le Paysan, un título que, en la tierra de las grandes frases, suena tan radical como un grito en un templo. Este no es un simple desfile, ni una simple colección. Es un regreso al origen, un viaje personal y un acto de amor a la vida rústica, presentado en el corazón del boato francés. Es un recordatorio de que la auténtica elegancia no nace de la riqueza, sino de la tierra, de la historia, de la propia humanidad.

La invitación ya era una señal. No traía una flor exótica ni un diseño minimalista, sino una imagen que parecía sacada del álbum de fotos de tu abuela: una familia de campo, sonriente, con las manos en la masa. Era un gesto tan directo, tan libre de artificios, que casi ofende a la pomposidad reinante. Pero esa es la grandeza de Simon. Él no vende ropa, vende una historia, un sentimiento. Nos dice: «La moda puede ser un negocio de miles de millones de euros, pero mis raíces están en una granja, pelando ajos y aceitunas, y no tengo por qué esconderlo».

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“La moda es una cosa seria, pero la vida rural, mi familia, es algo sagrado.”

Los modelos empiezan a bajar una escalera semicircular, y el contraste es inmediato. El salón de piedra, vasto y bañado por el sol, se llena con siluetas que parecen sacadas de un cuadro de Jean-François Millet, pero con la chispa de la modernidad. Predominan los colores neutros, casi monacales: blancos, beiges, cremas y negros. Es como si el campo de Provenza, en toda su naturalidad y sin filtros de Instagram, hubiera entrado a palacio. No hay estridencias. Los pasteles suaves, como un azul pálido o un amarillo manso, aparecen como ráfagas de luz, como un amanecer sobre los campos de lavanda.

¿Y las prendas? Aquí es donde el genio de Jacquemus se revela. Hay vestidos con volantes que se abren como una flor en el viento, blusas sueltas que parecen cosidas por la propia naturaleza y pantalones amplios que invitan a caminar por los surcos recién labrados. Es ropa para vivir, para trabajar, para sentir el aire en la piel, no para ser una estatua en una pasarela. Incluso los blazers y chaquetas, más estructurados, tienen un giro: uno, por ejemplo, tiene las mangas con una textura casi arquitectónica y puntiaguda, como si las espinas de un cardo hubieran decidido posarse en la tela. Los hombres, por su parte, desfilan con blazers sastre, prendas de punto sobredimensionadas y trajes en capas, recordándonos que la elegancia no es un traje de Armani, sino una actitud.

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El futuro de la moda está en el pasado.

Recuerdo que, en su día, la alta costura era un asunto de la élite, algo inalcanzable, casi un privilegio. Pero Simon Porte Jacquemus ha tomado el modelo, lo ha sacudido, y le ha dicho al mundo: «El lujo no es solo un precio, es una historia, una artesanía, un sentir». Con Le Paysan, el diseñador vuelve a las ideas de sus primeras colecciones, esas que hablaban de su abuela, su familia, y de la sencillez radical. Este no es un simple ejercicio de nostalgia; es una reinvención.

“Hay más sabiduría en una canasta de verduras que en un bolso de lujo forzado.”

Las anécdotas están por todas partes. Los accesorios, por ejemplo, son un chiste privado para los que entienden. Hay bolsos con forma de puerro de piel, de cebolla o de fruta. Algunos modelos llevan bolsos de paja que parecen canastas para ir al mercado, pero con un diseño tan impecable que son joyas. Y qué decir de los sombreros. Hay unos ajustados a la cabeza, como gorros de los que se usan para trabajar en el campo, pero hechos con el tacto de un orfebre. Es una burla, una ironía sutil y provocadora a la superficialidad de la industria.

El propio diseñador ha compartido en su web oficial que la colección es un homenaje a su infancia en el sur de Francia, una declaración de amor a su herencia rural. El lugar elegido, L’Orangerie, un invernadero donde se protegían los frutales y las plantas del castillo, no es casual. Es el reflejo perfecto de su propia historia: él, un niño humilde, protegido por el cariño de su familia, ahora está en el corazón de uno de los lugares más fastuosos del mundo. La elegancia de las prendas de lino, el algodón y las telas naturales, se mezcla con la grandeza de la piedra y los jardines. Es un choque de mundos que crea una fuerza poética.

«La historia que llevamos en la ropa, la autenticidad que te define, es el único lujo que importa.»

Jacquemus nos enseña una lección de liberalismo clásico: la libertad de ser uno mismo. Él no se somete a los dictados del momento ni a la histeria de la opinión social. En lugar de ceder a la agenda del día, él toma sus raíces, su propia historia, y la convierte en el centro de su universo creativo. Es un acto de valentía en un mundo que premia la homogeneidad y la corrección. Nos recuerda que la verdadera fuerza reside en la diferencia, en honrar de dónde vienes, y en transformar lo ordinario en extraordinario.

El artículo de The Art Pulse lo resume a la perfección: «Le Paysan’ (el campesino) nunca fue un disfraz. Fue verdad, memoria, familia. Era el olor a algodón planchado un domingo, el susurro de los delantales dados la vuelta, la elegancia del armario de su abuela». Así es. No es solo un desfile de ropa; es un reportaje en vivo de una vida. Y en ese sentido, el trabajo de Simon es un antídoto contra la amnesia cultural que a veces nos invade.

Puedes ver el video del desfile aquí: Jacquemus Fall Winter 2025/2026 ‘Le Paysan’.

Y en la web de Jacquemus puedes ver la colección y el manifiesto completo: Le Paysan – Jacquemus.

Al final de todo, ¿qué nos queda? La belleza de una idea simple, honesta, que se atreve a ser grande sin dejar de ser ella misma. ¿Será este un punto de inflexión para la moda? ¿Volveremos a honrar la artesanía y la historia por encima del espectáculo fugaz? La pregunta queda en el aire, flotando como el aroma de la lavanda en un campo de Provenza.

 

El auge de los churros en celebraciones nupciales

 

Los churros han dejado de ser un postre exclusivo de ferias y cafeterías para integrarse cada vez más en las bodas y otras celebraciones. Su presencia permite ofrecer a los invitados una alternativa diferente dentro del menú de postres y añade un componente interactivo a la experiencia gastronómica. La instalación de estaciones donde los asistentes pueden servirse o personalizarlos se ha convertido en una tendencia creciente.

La popularidad de los churros para bodas radica en su flexibilidad. Este dulce puede adaptarse a diferentes tipos de eventos, desde ceremonias formales hasta celebraciones más informales. Las parejas pueden seleccionar entre diversas presentaciones y sabores, ajustando la oferta a sus preferencias y las de sus invitados. Esta capacidad de personalización permite que el postre se integre de manera más directa al estilo de la boda y al ambiente del evento.

El auge de los churros en celebraciones nupciales 21

Una de las ventajas de estas estaciones es la variedad de toppings y salsas disponibles. Desde chocolate derretido y dulce de leche hasta frutas frescas y frutos secos, las opciones son amplias. Esto permite que cada invitado prepare el postre según su preferencia y enriquece la experiencia general de la celebración. La interacción con la estación convierte el consumo en un momento de participación, agregando dinamismo al banquete.

El consumo también puede generar conversaciones entre los invitados. Al ser un producto que muchos asocian con recuerdos personales, su presencia puede motivar intercambios de experiencias y anécdotas, contribuyendo a crear un ambiente más cercano entre los presentes. Este aspecto social complementa la función del postre como elemento de la celebración.

La inclusión de este dulce en la recepción puede reflejar además la personalidad de los novios. Elegirlos puede ser un indicativo de un enfoque más relajado y accesible hacia la celebración, priorizando la interacción y la participación de los invitados. De esta manera, el postre cumple una función más allá del sabor, aportando un componente de identidad al evento.

El aspecto visual también influye en la aceptación. Las presentaciones pueden diseñarse para complementar la decoración y el tema general del evento, creando oportunidades para fotografías que registren el momento. En este contexto, desde Churros Peñacorada, explican: “La disposición de salsas y toppings permite que los invitados interactúen con la propuesta de manera práctica, integrando estética y funcionalidad”.

La sostenibilidad es otro factor considerado por algunas parejas al planificar el menú. La elección de proveedores que utilicen ingredientes locales y de temporada permite un enfoque más responsable con el medio ambiente. Esta práctica puede ser valorada por los invitados y añade un criterio adicional a la selección del postre dentro de la planificación del evento.

La calidad del producto es determinante para el éxito de su inclusión. Es recomendable que los novios seleccionen proveedores que garanticen bocados frescos, elaborados con ingredientes auténticos. La consistencia y frescura del postre influyen directamente en la percepción general de la experiencia gastronómica y pueden diferenciar entre un servicio estándar y uno destacado.

El mercado de bodas continúa adaptándose a nuevas tendencias, y los churros parecen mantenerse como una opción relevante. Su capacidad de integración con distintas temáticas y su aceptación general los posiciona como un recurso que probablemente siga presente en celebraciones futuras.

Incluir churros en un banquete nupcial no sólo se trata de ofrecer un postre, sino de generar interacción y momentos compartidos. La posibilidad de personalización, combinada con la familiaridad del producto, contribuye a que cada boda sea distinta. Esta tendencia evidencia cómo la gastronomía puede ser un elemento central en la experiencia de los invitados y en la memoria del evento.

 

FUTURO VINTAGE: ¿Valentino resucita el tiempo perdido con Alessandro Michele?

FUTURO VINTAGE: ¿Valentino resucita el tiempo perdido con Alessandro Michele? FUTURO VINTAGE y el deseo de vestir el mañana con memoria

Estamos en septiembre de 2025, en Europa, y FUTURO VINTAGE suena a contraseña y a promesa a la vez 😏. Yo camino por la ciudad con la sensación de que el reloj se ha puesto de acuerdo con un tocadiscos: el presente cruje, el pasado chisporrotea y el porvenir pulsa como un bajo electrónico.

Lo confieso: el fenómeno del FUTURO VINTAGE me ha hecho replantear todo. Desde aquel debut de Alessandro Michele en Valentino —su “Pavillon Des Folies” para la Primavera-Verano 2025— no dejo de pensar que algo se desplaza bajo nuestros pies. No es nostalgia a la vieja usanza; es una estrategia estética con brújula propia. Y sí, lo vi venir, pero no tan pronto ni con tanta fuerza.

“Pavillon Des Folies” aparece, primero, como una postal del día después y, segundo, como una invitación a quedarnos a vivir en el claroscuro. Lo presento así porque aquella escena parisina con espejos rotos y muebles dormidos bajo sábanas blancas tenía el magnetismo de las casas abandonadas: te obliga a susurrar. Desde la distancia crítica que me impongo, reviso notas, vídeos y crónicas para ubicar ese instante donde Michele cruzó el umbral de la tradición y comenzó a torcer el tiempo con una sonrisa de quien conoce el truco. Y sí, el truco está documentado: la propia casa acompaña la colección en su universo digital, entre pasadizos y referencias, mostrando el latido teatral del proyecto en sus páginas de la experiencia oficial de Valentino y en el eje narrativo de su dirección creativa.

El nuevo código de un clásico: FUTURO VINTAGE con ADN romano

El fichaje de Michele en abril de 2024 se entiende mejor con perspectiva. Su etapa en Gucci fue una sinfonía que pasó del murmullo al rugido; basta recordar cómo las cifras saltaron de 3.497 millones de euros a superar los 10.000 millones en menos de una década, dato que analicé tiempo atrás con informes que aún resuenan en mi hemeroteca mental. Pero a Roma no llega un repetidor de fórmulas: llega un dramaturgo. El músico cambia de orquesta, conserva oído absoluto y se atreve a variar el compás. La prensa lo leyó en directo —la mirada curiosa de El País subrayaba que Michele “no renuncia a ser muy Michele” en su irrupción para Valentino— mientras la pasarela lo graba a fuego con un desfile que uno puede volver a ver y pausar a voluntad gracias al video de Valentino SS25 y la propia pieza audiovisual oficial.

Pero la anécdota que me obsesiona es otra: ¿quién hubiese dicho que los lunares, sello histórico de Valentino, se convertirían en protagonistas para un creador que, en su etapa anterior, prefería otros signos? Ahí está la magia del método: elegir una clave del archivo y encajarla en una partitura nueva. Entre vestidos vaporosos, culottes lenceros y blusas con volantes y pailettes, la sensación de “ayer reimaginado” se clavaba como un alfiler en la solapa. El blanco roto mandaba; el rojo Valentino aparecía como mordisco en medias de encaje, sombreros y artefactos de silueta precisa. El conjunto, visto de corrido, parecía decir: aquí la pureza no es ingenua y el legado no es museo.

“La memoria no pasa de moda.”
“Cuando el archivo respira, el futuro toma asiento.”

Aquel día entendí que la estética sesentera no es un espejo plano sino un caleidoscopio. Lo que parece homenaje, en manos de Michele se convierte en idioma. Y ese idioma logra una frase imposible: clásico y nuevo leyendo el mismo libro sin pelearse por el marcador.

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Música de escenario y relojes en esteroides

No exagero si digo que la banda sonora fue parte de la costura. Annie Drury sonó como si el cielo hubiera aprendido a tararear. “Is This A Blackout”, “Time To Grow” o “You Took Me Dancing” no son meros títulos bonitos; funcionan como apuntes de dramaturgia. Ponga el lector sus auriculares y búsquelas en el rastro digital de la artista, desde su perfil en SoundCloud a selecciones de su catálogo en Audio Network. Sobre ese colchón, el contrapunto de Patrick Hawes sostuvo una emoción más quieta, casi contemplativa, esa luz lateral que te deja ver el polvo en suspensión. Quien tenga curiosidad puede asomarse a su recorrido vital en la síntesis biográfica, curiosear obras como “Towards the Light” en Wise Music Classical o recrear sus piezas en el propio espacio del compositor, donde conviven notas y partituras con una serenidad de estudio antiguo (archivo del catálogo). Si la moda es teatro, la música es luz.

“El tiempo es el tejido que mejor nos sienta.”

Y entonces, el giro. Cuando resolvemos el rompecabezas estético, aparece otro sin avisar: la economía del deseo. Las crónicas especializadas no tardaron en poner el foco en el “efecto Michele” en las métricas de Valentino: las noticias de Modaes ya insinuaban una travesía financiera previa al impacto pleno del nuevo director creativo, como quien apura el aire antes de un largo nado hacia la orilla del estilo, con cifras, dudas y fe en el horizonte de la renovación, tal como contaban en su análisis de Valentino a la espera del efecto Michele. Aquí, el mercado pide paciencia; el público, espectáculo; y la marca, tiempo. Trío nada sencillo.

futuro vintage como arquitectura: pasado retro, mirada futurista

Hace tiempo comprendí que el llamado “revival” no es un juego de espejo sino una táctica de identidad. La academia lo explicó con claridad: la rareza no es capricho, es construcción personal. Me gusta citar aquel estudio que examinaba por qué elegimos piezas de otra época para decir quiénes somos: está todo contado en la investigación de Interculture sobre la elección de lo retro como marca propia, cuyas conclusiones, vivas y polémicas, siguen disponibles en su ensayo sobre el impulso del vintage como lenguaje de identidad y en el trabajo que profundiza en el revival vintage.

Si lo retro regresa, no lo hace solo. La cultura Y2K, ese guiño travieso de la Gen Z, trajo de vuelta un optimismo de neón que hoy se mezcla con la delicadeza romana. Firmas históricas coquetean con la tecnología, al tiempo que el lujo prueba pieles nuevas. Conviene rastrear esos cruces en proyectos y ensayos que, a ratos, parecen manifiestos: desde panoramas de wearables y moda de alto vuelo en miradas como esta síntesis técnica de tendencias en tecnología ponible hasta lecturas divulgativas que acercan el fenómeno al día a día del armario, como la perspectiva de The Avenue Magazine sobre el impacto de Pavillon Des Folies.

futuro vintage en 3D: puntadas invisibles, deseo visible

A veces lo más moderno está en lo que no se ve. Las prendas enteramente conformadas, sin costuras, parecen un truco de salón, pero son ingeniería fina. Esa intuición se confirma al bucear en trabajos técnicos sobre el tejido integral, un territorio donde empresas pioneras han afinado procesos que hoy asoman en gigantes de la moda. El lector curioso puede explorar la arquitectura de estas construcciones en la literatura especializada que sigue la pista al concepto WHOLEGARMENT y su avance industrial, por ejemplo en esta revisión académica sobre la tecnología de punto integral y su adopción. Hay algo aristotélico en todo esto: la forma como alma de la materia.

Y no es solo cuestión de molde. Pienso en aquella chaqueta que parecía hablar con el teléfono sin sacar la mano del bolsillo, y recuerdo el proyecto de Google y Levi’s, ese experimento que nos enseñó que la ropa puede ser interfaz. El mapa amplio de la moda tecnológica lo recopilé en notas que conectan investigaciones biomédicas con telas que responden al tacto o a la temperatura corporal, un puente que cualquiera puede recorrer a partir de una introducción abierta y pedagógica en estudios como este sobre sensores, datos fisiológicos y tejidos inteligentes. ¿Exagero si digo que el siglo XXI viste cables invisibles? Prefiero pensar que viste preguntas.

IA con tijeras: cuando el algoritmo aprende a coser

Hay otra sala en este museo vivo: la de los modelos que predicen lo que vamos a querer antes de que lo sepamos. Lo vi de cerca analizando plataformas que convierten millones de fotos en un barómetro del deseo. Heuritech se ha convertido en nombre propio cuando se habla de lectura algorítmica del estilo, y su ventana de divulgación ofrece una ruta amable para entender tendencias materiales: el recorrido por innovaciones de tejido vistas por Heuritech permite entender por qué algunas fibras pasan del laboratorio a la alfombra en un chasquido.

“Los datos también tienen estilo.”
“El algoritmo adivina, pero la aguja decide.”

Mientras los probadores virtuales ganan precisión y la personalización deja de ser un lujo para convertirse en expectativa, otra pregunta aparece de puntillas: ¿cuánto del encanto de una prenda depende de la sorpresa y cuánto de la certeza de que nos quedará bien? Las respuestas, hoy, se negocian entre la pantalla y el espejo.

el latido responsable sin eslóganes: naturaleza, oficio y ciclo completo

Ni sermones ni etiquetas. Prefiero hablar de oficio y de respeto por la materia prima. Me refiero a fibras surgidas de algas o hongos, a procesos que recuperan algodón y poliéster para darles nueva vida, a ese ideal de ciclo completo que algunas marcas están tomando en serio con programas de devolución, reparación y rehuso. Hay papers, consorcios y empresas levantando catedrales técnicas para que el armario mantenga el pulso del planeta sin convertirlo en propaganda. El lector puede recorrer una buena síntesis de horizontes técnicos y trazabilidad en trabajos recientes que articulan desde criptografía aplicada a cadena de suministro hasta fibras de nueva generación; por ejemplo, un mapa de esfuerzo y casos puede consultarse en análisis abiertos como esta panorámica de tendencias 2025 con foco en trazabilidad y materiales y, en paralelo, en reseñas sobre modelos circulares emergentes.

No se trata de moralidad de escaparate, sino de ingeniería que huele a taller. Tencel, Seacell y compañía llevan años demostrando que la suavidad y la durabilidad pueden ser herederas de la inteligencia de la naturaleza, y las nuevas rutas de reciclaje textil —que convierten residuos en hilos con segunda juventud— juegan una liga que hace no tanto parecía quimera. A la vez, firmas de alta relojería y moda han desplegado cadenas de custodia con registros encriptados para frenar falsificaciones que mueven cifras indecentes; algunos casos recientes —desde casas de moda hasta manufacturas técnicas— ya exploran ese camino de transparencia mediante registros distribuidos, con historias que se cruzan en análisis como los de la citada panorámica técnica para 2025.

escena y contrascena: volver a ver el desfile, oírlo, sentirlo

Volvamos al punto de partida. Si uno quiere ver con sus propios ojos el pliegue temporal del proyecto, puede recorrer las imágenes y videos que dejó la pasarela, desde el propio portal de la casa —donde el relato visual de la colección respira en su espacio para SS25, hombre y mujer— hasta reseñas que recogen la temperatura de la sala con una mezcla de crónica y entusiasmo, como la lectura panorámica de FashionUnited sobre el debut o el enfoque de S Moda en la personalidad inconfundible del creador. Si alguien quiere el minuto a minuto, puede asomarse también a la cobertura audiovisual independiente en la que el desfile circula ya como cápsula de tiempo —una pieza que invita a pausar, rebobinar, tomar notas y volver a empezar—, como ocurre en esta selección de vídeo del show.

Es aquí donde los lunares dejan de ser puntos y pasan a ser signos de puntuación: abren interrogaciones, cierran afirmaciones, sostienen apartes. El blanco roto actúa como silencio donde el rojo pronuncia las sílabas. Los culottes, en cambio, funcionan como esa risa que no se oye pero se entiende, tan de los sesenta, tan de ahora.

valentino y la gramática del deseo

No es casual que Michele hable de belleza como suspensión sobre el vacío, idea que la casa hace suya en cada pliegue del relato oficial. Está escrito, por así decirlo, entre líneas, cuando el archivo se canta al compás del presente. La prueba, más allá de interpretaciones, está en la documentación viva de su universo digital y en la forma en que la crítica recogió ese temblor. Incluso las notas que hurgan en el contexto de negocio —con esa aridez amable que tienen los datos— dibujan el contorno de una expectación que va por capítulos. La primera temporada ya se ha emitido; faltan las siguientes.

posdata musical: cuando un tema te prueba el abrigo

Vuelvo a la música porque, a veces, una melodía explica mejor una colección que cien adjetivos. “Time And Tide” corrió como agua mansa por la sala, mientras los pasos marcaban una cadencia capaz de volver íntima una multitud. Quien quiera reconstruir esa emoción tiene un camino de migas sonoras en piezas como “Time To Grow” en Audio Network o en recopilaciones de su trayectoria reciente con enlaces vivos a su obra coral y de cámara, como en la página de Hawes Music con “Ebb Tide”. La moda, lo repito, a veces entra por el oído y se queda a vivir en el pecho.

¿y mañana? la pregunta que no se apaga

Me gustaría cerrar con certezas, pero sería traición. Lo que sé es otra cosa: el FUTURO VINTAGE ha encontrado su casa en Roma y su teatro en París. Si la tendencia retro domina porque ofrece rareza y autenticidad —como sugiere la investigación académica citada— y la tecnología del vestir madura a la velocidad de los semiconductores, entonces la ecuación no es difícil: el próximo gran hito llegará donde el archivo y el algoritmo se den la mano sin pedir permiso. ¿En la pasarela, en la calle, en la pantalla? Tic, tac. ¿Estamos listos para aceptar que la prenda perfecta del futuro ya existe en el pasado, esperando al sastre adecuado para despertarla?

Mire el desfile en el video de SS25, escuche la banda sonora en la pista “Time To Grow” y relea el contexto en la crónica de S Moda. Después, dígame: ¿en qué momento exacto notó que el tiempo, en la moda, se ha convertido en material de trabajo? ¿Y qué prenda de su armario está pidiendo un segundo acto?

Zimmermann hipnotiza París con un romanticismo retro de futuro

Zimmermann hipnotiza París con un romanticismo retro de futuro. La moda de lujo australiana que conquista Paris Fashion Week con fuerza

Estamos en el otoño de 2025, en París, y la palabra que flota en cada conversación de backstage, en cada copa de champán y en cada tuit frenético de editor de moda es ZIMMERMANN ✨. La colección otoño invierno de esta firma australiana se despliega como un conjuro: un desfile que no solo reafirma su lugar en la élite de la alta costura contemporánea, sino que se atreve a dictar hacia dónde se moverán las tendencias 2025/2026. No exagero si digo que ha sido como ver cómo el romanticismo retro se funde en un mismo cuerpo con una estética futurista femenina. Y lo más sorprendente: lo hace sin artificio, sin necesidad de pirotecnia digital, únicamente con el poder de la tela, la silueta y la narración visual.

Zimmermann hoy: raíces bohemias que no pierden vigencia

Hace tiempo que la moda dejó de ser únicamente europea. Zimmermann, nacida en 1991 en Australia, siempre se reconoció por su aire costero y por un estilo bohemio moderno que parecía vivir en un eterno verano. Vestidos etéreos, estampados intrincados, un lujo que sabía de arena y de mar. Pero ese acento australiano, lejos de ser un límite, se convirtió en el motor de su globalización.

Hoy, al pasear por su e-commerce oficial, veo cómo la marca sigue describiendo sus vestidos como un equilibrio entre lujo y expresión personal. Encajes, bordados, cortes impecables, una paleta vibrante. Nada de discursos técnicos: solo la promesa de que una prenda puede ser un estado de ánimo. Y sin embargo, tras bastidores, lo que sostiene esa ligereza es una ingeniería obsesiva. Ahí está el secreto.

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París como escenario: cuando lo bohemio se vuelve canon

París no es un simple escaparate, es un juicio. Y cuando Zimmermann decidió instalarse en Paris Fashion Week, asumió que debía demostrar que su boho podía sobrevivir al invierno. Lo consiguió a fuerza de capas, pana, cuero, jacquards y sastrería blanda.

Su colección Hipnótico FW25/26, mostrada en la pasarela oficial, fue una declaración: el boho ya no es veraniego, ahora sabe abrigar. Capas, pantalones harem en guipur, vestidos de encaje con estructura arquitectónica y botas altas trenzadas. Lo retro estaba ahí —cuellos con lazo, siluetas de los años treinta y cuarenta—, pero nada se sentía disfrazado. Todo parecía moderno.

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“El romanticismo retro puede ser un lenguaje de futuro.”

El boho como software estético de la moda futurista

Aquí está el enigma central: ¿cómo un boho sofisticado termina influyendo en la moda futurista? La respuesta se siente casi irónica: porque Zimmermann entiende que el futuro no tiene por qué ser rígido, metálico o frío. Su futurismo es suave, táctil, sensorial.

La marca convierte el encaje en estructura, no en adorno. Usa capas de chiffon y organza como abrigo percibido. Introduce cuero domesticado y sastrería de hombros amables. Así demuestra que lo futurista puede ser emocional, que el confort no necesita renunciar al artificio poético. Otras casas ya lo replican en clave craft-tech, ese híbrido entre artesanía y precisión técnica.

Tecnología textil: calor sin peso

En la trastienda, lo que hace posible esta traducción al invierno son los avances en tecnología textil. Hilaturas que atrapan aire para dar aislamiento, forros inteligentes que abrigan sin añadir volumen, jacquards con memoria térmica. Como documentan marcas históricas en informes como el de Ermenegildo Zegna, la investigación en lana técnica y tweeds modernos permite que piezas de apariencia ligera funcionen en climas reales.

Zimmermann, sin declararlo en su marketing, lo aplica: encajes y sedas que esconden refuerzos térmicos, capas finas que abrigan más de lo que aparentan. Y ahí surge otra pregunta: ¿qué será de un invierno sin pesos muertos? ¿Acaso este es el nuevo lujo: moverse ligero en el frío?

Inteligencia artificial: el ojo invisible tras las colecciones

Aunque los diseñadores prefieren hablar de inspiración y no de algoritmos, la verdad es que la inteligencia artificial está ya en la ecuación. El sector utiliza sistemas de escucha social, análisis de ventas y modelos de predicción cromática para anticipar qué siluetas o motivos prenderán en la temporada.

Estudios recientes, como el publicado en arXiv, muestran cómo los algoritmos son capaces de simular combinaciones estilísticas clásicas vs. modernas y proyectar su evolución. ¿Zimmermann? No hay pruebas concretas de que lo use directamente, pero es obvio que su constancia estética se beneficia de este telón de fondo: la IA calibra, pero la marca convierte el dato en poesía.

Vintage y tecnología: diseñadores emergentes

No es solo Zimmermann. Hay toda una escena emergente que juega con lo retro y lo técnico. Jóvenes diseñadores reinterpretan archivos de tejidos en tejedurías italianas y los elevan con métodos contemporáneos. Firmas como Wolford muestran cómo la circularidad técnica puede convivir con códigos clásicos. Lo llaman “retro funcional”: prendas que parecen salidas de un baúl antiguo pero que tienen la resistencia de un traje espacial.

Ese terreno fértil alimenta lo que Zimmermann exhibe en París: un boho que viaja del vestido de encaje a la capa ligera, del print victoriano al cuero suavizado.

Impacto de París: validación global

Para una casa no europea, París es algo más que visibilidad: es canon. Al desfilar en la capital francesa, Zimmermann traduce su ADN australiano en una gramática universal. Lo local se vuelve global. La prensa lo amplifica, los estilistas lo replican, los compradores lo validan.

En FashionUnited se subrayaba cómo la firma australiana ha logrado consolidar un lujo bohemio que ahora tiene legitimidad invernal. El impacto es claro: el boho deja de ser nicho costero para convertirse en lenguaje del lujo global.

“París no solo exhibe moda, la traduce en canon.”

ADN bohemio que se reinventa

El ADN sigue ahí: vestidos fluidos, encajes, estampados botánicos, colorido optimista. Pero ahora se ordena en capas más abrigadas, sastrería ligera, prints con mapas y cartas, narrativas visuales inspiradas en Picnic at Hanging Rock. La inocencia que vira al misterio, la luz que se vuelve penumbra: todo un crescendo emocional.

Ese relato convierte a cada prenda en algo más que ropa: en un fragmento de historia portátil. Y la narrativa es clave para fijar estilo. No es casualidad que el desfile completo, disponible en YouTube, se viva como un viaje más que como una secuencia de looks.

El día a día: cómo llevar el boho futurista

La tentación es pensar que tanta poesía no cabe en la calle. Pero sí. El truco está en traducir: un slip dress con camisa de organza encima, un blazer de hombros suaves sobre un vestido encaje, un caplet corto que aporta volumen sin peso. Los accesorios hacen el resto: cinturones contundentes, bolsos geométricos, botas altas.

En su making of oficial, la marca muestra cómo cuero y chiffon, encaje y shearling, dialogan con naturalidad. El contraste lo es todo.

Lo que viene: boho técnico

El futuro de Zimmermann pasa por profundizar en este boho técnico: tejidos con rendimiento oculto, sastrería amable, capas ligeras que engañan al frío. París seguirá siendo la caja de resonancia de una feminidad moderna que no necesita gritar para hacerse escuchar.

Y sin embargo, me queda una duda persistente: ¿hasta dónde puede estirarse este equilibrio entre memoria y modernidad? ¿Será eterno el encanto del encaje convertido en ingeniería, o algún día necesitaremos que la moda vuelva a ser puro artificio metálico?

“El futuro de la moda puede ser suave, no metálico.”

El desfile de Zimmermann me deja con la sensación de que el mañana no será un frío uniforme plateado, sino una capa ligera que recuerda al pasado y sonríe al futuro. ¿Y si el verdadero lujo fuera eso: vestir un recuerdo que abriga en el presente?

Balayage y corte como herramientas de cambio personal y profesional

 

El cambio de imagen mediante coloración y corte de cabello se ha consolidado como una opción frecuente para quienes buscan actualizar su estilo. Más allá de la moda, este tipo de decisiones responde a necesidades vinculadas con la identidad personal y la forma en que cada individuo desea proyectarse. La imagen que se refleja en el espejo puede influir en la autoestima y en la percepción propia, y muchas personas recurren a un cambio de look cuando sienten que su estilo se ha mantenido igual durante demasiado tiempo.

El balayage y corte en Vallcarca se presentan como una alternativa que combina técnica y adaptación a las preferencias del cliente. El método de coloración, caracterizado por una aplicación gradual del tono, ha ganado popularidad por su capacidad de integrarse de manera natural al cabello y permitir variaciones personalizadas. Profesionales del sector destacan que, al elegir un nuevo estilo, las personas no solo modifican su aspecto, sino que también pueden reforzar la confianza en sí mismas.

Balayage y corte como herramientas de cambio personal y profesional 25

La elección de un nuevo corte o color suele estar vinculada a una etapa de cambio personal. Este impulso también puede ser visto como una búsqueda de renovación. Las decisiones sobre el estilo reflejan el estado emocional y mental. Un cambio de imagen puede tener un efecto positivo en el bienestar general y fomentar la autoconfianza.

El mercado actual de coloración ofrece una gama amplia de opciones. Estas van desde técnicas tradicionales hasta propuestas contemporáneas que permiten a cada cliente definir su imagen según sus preferencias y ritmo de vida. Los cortes asimétricos, las combinaciones de tonos naturales o vibrantes y los estilos adaptados a diferentes texturas capilares forman parte de una oferta cada vez más diversa.

En particular, el balayage ha demostrado ser una técnica versátil. Su transición progresiva entre tonos facilita un resultado que se adapta a distintos tipos de cabello y a rutinas que no permiten mantenimientos frecuentes. Esta característica lo convierte en una opción viable para quienes buscan un cambio visible sin la exigencia de retoques continuos.

La visita a un salón de belleza también cumple una función práctica y organizativa. Este espacio permite al cliente recibir asesoramiento profesional sobre qué estilos pueden favorecer más su rostro, tipo de cabello y necesidades de cuidado. En este sentido, desde el salón L’Equip, indican: “Los estilistas, con base en la experiencia y el conocimiento técnico, pueden proponer cambios realistas y sostenibles a largo plazo”.

Los cambios de imagen no se limitan a un aspecto estético. Estudios en el campo de la psicología han demostrado que una modificación en el peinado o color puede influir en el estado de ánimo y en la forma en que una persona se relaciona con su entorno. Un nuevo look puede generar una actitud más abierta hacia situaciones sociales o profesionales, favoreciendo incluso el desarrollo de nuevas oportunidades.

En el ámbito laboral, una imagen renovada puede transmitir actualización y disposición al cambio. En contextos donde la presentación personal forma parte de la primera impresión, estas decisiones pueden tener un impacto positivo. De igual forma, en la vida personal, sentirse conforme con la apariencia puede motivar la participación en actividades que antes se evitaban.

La relación entre imagen y bienestar ha sido objeto de análisis en diversas disciplinas. Si bien no es el único factor que influye en la autoestima, un cambio de estilo puede actuar como detonante de mejoras en la percepción propia. El cabello, como elemento visible y modificable, se convierte en una herramienta accesible para iniciar este proceso.

En síntesis, técnicas como el balayage y el corte adaptado a las características y objetivos de cada persona ofrecen la posibilidad de actualizar la imagen de manera controlada y planificada. Más que una tendencia pasajera, se trata de una práctica que combina estética, funcionalidad y proyección personal, con efectos que pueden extenderse más allá del espejo.

 

Las gafas de sol se consolidan como un accesorio clave todo el año

 

El uso de gafas de sol ya no se limita únicamente a los meses de verano ni a los destinos turísticos. Este accesorio, históricamente asociado con el sol y las altas temperaturas, ha pasado a ocupar un lugar estable en la rutina diaria de muchas personas, independientemente de la estación del año. Su función, que combina protección ocular y componente estético, ha impulsado su presencia tanto en entornos urbanos como laborales, convirtiéndolas en parte habitual del vestuario diario.

Las gafas de sol Vuarnet son un ejemplo de esta evolución. Con un enfoque centrado en la protección visual y el diseño técnico, la marca ha apostado por modelos que se adaptan a distintas condiciones de luminosidad y contextos de uso. Las características de sus lentes permiten un uso prolongado y seguro, lo que las convierte en una opción práctica para quienes necesitan resguardar su salud ocular a lo largo de todo el año.

Las gafas de sol se consolidan como un accesorio clave todo el año 26

Especialistas en oftalmología coinciden en que la radiación ultravioleta está presente incluso en días nublados, y que la exposición acumulada puede provocar daños en la visión si no se toman las medidas adecuadas. En este sentido, cumplen una función preventiva, más allá de las condiciones climáticas visibles. Esta información ha ganado relevancia entre los consumidores, que comienzan a valorar más los aspectos técnicos del producto que su mera función estética.

El crecimiento en la oferta de modelos, colores y formas también ha sido un factor determinante en su incorporación como parte del look cotidiano. Las marcas han ampliado sus catálogos para adaptarse a diferentes estilos de vida, desde perfiles deportivos hasta contextos corporativos. Esta diversificación ha eliminado la idea de que son solo un artículo de temporada, ampliando su uso a situaciones diversas como caminatas urbanas, traslados en transporte público, trabajo al aire libre o actividades recreativas de baja exposición solar.

En paralelo, el sector de la moda ha impulsado esta tendencia al integrarlas como un elemento regular en sus propuestas anuales. Diseñadores, estilistas y marcas de ropa incluyen modelos durante todas las estaciones, lo que refuerza su carácter permanente dentro del conjunto de accesorios. Este enfoque contribuye a que los usuarios las perciban como un artículo funcional y no estacional, con una lógica de consumo más estable y sostenida en el tiempo.

La conciencia sobre la salud visual ha influido también en el cambio de hábitos. Personas que anteriormente las asociaban solo al verano, hoy las utilizan para protegerse de la luz intensa en otras épocas, como el invierno, cuando los reflejos del sol en superficies como la nieve o el asfalto pueden ser igualmente nocivos. En este contexto, desde Sarrià Òptics, indican: “Este tipo de uso está respaldado por informes médicos y campañas de concientización que fomentan una protección ocular integral durante todo el año”.

El avance en la tecnología de los lentes también ha contribuido a esta transformación. Existen modelos con filtros adaptables, lentes fotocromáticas, protección contra luz azul o tratamientos antirreflejo, que permiten un uso cómodo en interiores o en condiciones de baja luminosidad. Esta funcionalidad técnica ofrece respuestas específicas a las nuevas demandas del consumidor, que ya no las elige exclusivamente por temporada, sino por características de uso diario.

Incorporar las gafas de sol como parte estable del vestuario no solo responde a una cuestión estética, sino a una necesidad práctica vinculada al cuidado personal. El mercado ha respondido con una oferta más amplia, accesible y variada, que permite a los usuarios contar con opciones que se ajustan a sus actividades y rutinas. Esta tendencia, lejos de ser pasajera, refleja una forma más consciente de relacionarse con los objetos de uso cotidiano.

 

BOSS Fall/Winter 2025 revela la fuerza de la ambición sin límites

BOSS Fall/Winter 2025 revela la fuerza de la ambición sin límites. El secreto de BOSS: cómo ser la chispa que enciende tu destino

Estamos en otoño de 2025, con el aire cargado de esa mezcla inquietante de expectativa y deseo que siempre acompaña a las grandes campañas globales. BOSS FALL/WINTER 2025 irrumpe en escena como un manifiesto en movimiento, un pulso que late entre idiomas, entre paisajes sonoros de música dinámica y palabras que arden en la memoria: “Be the spark”, “Be the light force”, “I want to be the next champion”. No es una simple colección, es una llamada a la ambición, una invitación descarada a mirar al espejo y reconocer que el poder de cambiar la historia empieza en uno mismo.

La narrativa es clara, contundente, casi eléctrica. Un lenguaje que combina inglés y coreano, como si dos mundos distintos decidieran unirse para pronunciar un mismo verbo: avanzar. El resultado no es un desfile congelado en imágenes bellas, sino una marcha, un grito contenido, un recordatorio de que ser el próximo campeón o la próxima leyenda no es cuestión de azar, sino de decisión.

El viaje de Amelia Gray y la fuerza de lo íntimo

En medio de este torbellino aparece Amelia Gray, con un relato que no suena a guion aprendido, sino a confesión sincera. Habla de su niñez marcada por la presencia de mujeres fuertes, de la chispa que esas figuras encendieron en su interior. Gray no se presenta como un icono lejano, sino como alguien que aprendió a construir su fuerza desde la fragilidad, alguien que decidió ser dueña de su camino cuando comprendió que la dirección verdadera no viene de fuera, sino de lo más profundo del ser.

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Ella insiste en que su historia no es una meta alcanzada, sino un trayecto apenas iniciado. Esa declaración es tal vez el detalle más humano y más poderoso de toda la campaña: el éxito no es una corona fija, sino una escalera interminable. El espectador se enfrenta, así, a una paradoja deliciosa: una colección que celebra el presente, pero cuyo verdadero mensaje apunta al futuro.

BOSS como símbolo de liderazgo y futuro

La colección se viste de metáfora. Cada prenda se convierte en armadura y cada palabra en consigna. Se repite, casi como un rezo, la idea de ser luz, de ser chispa, de encender algo más grande que uno mismo. El concepto de “be your own boss” no se limita a la ropa, se traduce en una filosofía vital: la de tomar el control sin pedir permiso, caminar sin esperar instrucciones, avanzar aunque el mundo dude.

El video aprovecha la fuerza de la música para subrayar esta energía. Sonidos que golpean como tambores de guerra moderna, frases que atraviesan la pantalla y que invitan a imaginar que no estamos viendo un anuncio, sino un manifiesto personal. “Be the next legend”, murmuran las imágenes, y uno se pregunta si de verdad esa consigna no está dirigida a todos los que sienten que todavía tienen algo por demostrar.

El juego de lenguajes y la universalidad de la ambición

La elección de combinar inglés y coreano no es un simple recurso estético. Es un recordatorio de que la ambición no tiene patria. Dos idiomas distintos que, en lugar de separarse, se enlazan como piezas de un mismo motor. El mensaje es directo: la fuerza de ser jefe de tu propio destino es universal. No importa el acento con que lo pronuncies, lo que importa es que lo digas con firmeza.

El destino no se espera, se toma”. Esta frase que podría haber salido de un antiguo proverbio resuena en cada transición de la campaña. Y lo curioso es que, entre tanta estética moderna, entre tanto brillo futurista, late una verdad tan antigua como el tiempo: quien no se atreve a dar un paso hacia delante, queda condenado a quedarse donde siempre estuvo.

El espejo de la ambición personal

Mirando el video, uno casi siente que está frente a un espejo incómodo. La pregunta que se desliza entre cada frase no es “¿te gusta la ropa?”, sino otra mucho más punzante: “¿qué estás haciendo con tu vida?”. Porque si Amelia Gray se atreve a confesar que apenas empieza su trayecto, ¿qué excusa queda para quienes siguen esperando la señal perfecta para moverse?

La colección no habla solo de telas o de cortes impecables. Habla de cicatrices, de decisiones, de esas pequeñas renuncias y victorias que moldean la verdadera identidad. Al final, lo que BOSS propone no es tanto vestir un traje como ponerse encima una declaración de intenciones.

La chispa que enciende el futuro

Lo fascinante es cómo el concepto de “spark” atraviesa todo el relato. La chispa no es el fuego, pero sin ella el fuego jamás existiría. Ser la chispa implica atreverse a encender lo incierto, a prender el motor cuando los demás todavía dudan. “Be the spark” no es un lema, es un reto.

En ese sentido, Amelia Gray encarna con precisión quirúrgica la esencia de esta campaña: alguien que reconoce la herencia recibida, que abraza las figuras que le inspiraron, pero que a la vez declara sin titubeos que quiere más, que va por más, que no se conforma con ser una sombra de nadie.

Un manifiesto que late en presente

Este video se siente menos como un anuncio de temporada y más como un diario colectivo. Es como si BOSS quisiera recordarnos que cada invierno trae consigo no solo abrigos, sino preguntas. Preguntas que se clavan como aguijones: ¿quieres ser el próximo campeón? ¿quieres ser la próxima leyenda? ¿quieres ser la luz que guía o prefieres seguir caminando en penumbra?

El acierto está en no dar respuestas cerradas, sino en dejar la puerta abierta a la interpretación personal. Al final, la ropa se convierte en símbolo, pero el viaje pertenece a cada uno.


“Quien enciende su propia luz, nunca teme a la oscuridad.”


No es casual que esta campaña llegue justo en un momento donde la gente necesita recordar que siempre hay margen para empezar de nuevo. BOSS no promete milagros, pero sí ofrece una certeza: el futuro pertenece a quienes se atreven a reclamarlo.

Y entonces la pregunta queda flotando, incómoda, persistente, casi insolente: si Amelia Gray dice que su camino apenas comienza, ¿no será que el nuestro también?

Maison Margiela arrasa con la moda futurista más extrema

Maison Margiela arrasa con la moda futurista más extrema. Maison Margiela convierte la pasarela vanguardista en pura emoción sensorial

Estamos en otoño de 2025 en Milán, la ciudad que respira moda con cada esquina, y lo que acabo de presenciar en la Milan Fashion Week con la nueva colección de MAISON MARGIELA para otoño invierno 2025/26 me ha dejado con la piel erizada. ¡Qué locura más brillante! Lo digo sin titubear: Maison Margiela sigue siendo la única capaz de mantener la llama de la deconstrucción textil sin volverse predecible. La pasarela vanguardista que acabo de ver no fue un simple desfile, fue una especie de viaje sensorial donde la moda futurista dejó de ser una fantasía para convertirse en algo tangible, algo que se podía casi respirar.

El ambiente entero parecía diseñado para romper las normas, para recordarnos que la moda como arte no es un lema vacío sino un manifiesto en tela, luz y sonido. Las prendas no solo vestían, hablaban, gritaban, susurraban. Algunas eran arquitecturas portables, otras parecían esculturas hechas para abrazar la piel. Y ahí, justo en ese choque de materia y emoción, Margiela volvió a demostrar que el futuro no está en los hologramas ni en las telas digitales, sino en un forro al revés, en una costura expuesta, en esa cicatriz visible que se convierte en belleza pura.

Maison Margiela arrasa con la moda futurista más extrema 28

la deconstrucción como lengua materna

Hace tiempo, cuando Martin Margiela comenzó a sacar forros hacia afuera, a dejar hilvanes como si fueran bordados, muchos pensaron que aquello era una provocación pasajera. Hoy lo miro desde esta pasarela y me doy cuenta de que fue la fundación de un lenguaje. La deconstrucción textil se convirtió en gramática, en sistema, en herencia. No es un capricho estético: es la forma más radical de decir que la ropa tiene un alma y que mostrar sus entrañas es un gesto de verdad.

La belleza también puede ser un error expuesto

Eso pensé al ver un abrigo con las costuras desbordadas como venas sobre la piel. El truco está en que Margiela no disfraza el proceso, lo convierte en espectáculo. Cada prenda es como leer el cuaderno de bocetos del sastre, pero en tamaño real, caminando frente a ti. Y es ahí donde la moda futurista encuentra su raíz: en volver visible lo invisible, en hacer que el patrón hable antes que el tejido terminado.

técnicas experimentales que parecen alquimia

Lo que más me fascina de esta colección es cómo se percibe la mano humana y a la vez la sensación de estar viendo ropa llegada de otro planeta. Patchworks imposibles, gabardinas desmontadas y vueltas a ensamblar como si fueran maquetas de arquitectura, tules que flotan como humo, texturas rugosas que parecen hablar. El método de Margiela es casi alquímico: recuperar, desmontar, deshilachar, volver a coser.

En la línea Artisanal ya habían hecho historia con piezas creadas a partir de tapicerías antiguas, alfombras o incluso muebles desarmados. Pero ahora lo llevan más lejos: lo táctil se vuelve protagonista absoluto. ¡Era como querer tocar cada pieza! Las texturas innovadoras parecían diseñadas para ser leídas con las manos más que con los ojos. Y aquí me viene la duda: ¿será ese el futuro de la moda, una ropa que más que mirarse se palpe, que invite a un diálogo con la piel?

la estética conceptual que cambió las reglas

Me resulta curioso cómo todavía hay quien piensa que la moda es puro adorno. Quien haya visto un desfile de Margiela sabe que está ante algo más cercano a una instalación de arte contemporáneo que a un escaparate comercial. La estética experimental y conceptual de la maison no sigue tendencias, las crea. No es que adapte la moda a lo que pasa en la calle: lo que pasa en la calle muchas veces es consecuencia de lo que Margiela decide mostrar en la pasarela.

El patrón convertido en manifiesto

Eso es Margiela, y por eso su impacto cultural es tan profundo. Al normalizar la costura visible, al legitimar el acabado crudo como lujo, abrió la puerta a toda una generación de diseñadores que dejaron de tener miedo al error. Margiela enseñó que el taller puede ser escenario y que lo inacabado también puede ser sublime.

sastrería moderna entre la escultura y la emoción

La sastrería, ese pilar que parecía intocable, también fue puesta bajo el bisturí conceptual. Chaquetas deshechas para volver a coserse en torsiones imposibles, abrigos que parecen microarquitecturas, pantalones que juegan con proporciones casi escultóricas. La sastrería moderna en manos de Margiela no es un traje formal: es un laboratorio de volúmenes, vacíos y movimientos.

Vi una chaqueta con pinzas retorcidas que generaban un vacío en la espalda, como si la tela hubiera aprendido a respirar. Y pensé: ¿acaso no es eso lo que buscamos en la ropa? Que nos acompañe, que nos dé forma, pero que también nos sorprenda con un gesto inesperado.

cuando la pasarela es pura experiencia futurista

El desfile en sí fue otra historia. No era solo ropa caminando: era una orquesta visual y sonora. Las asimetrías de las prendas se extendían al maquillaje y al peinado, creando una coherencia total. La luz jugaba con materiales translúcidos, los brillos metálicos reflejaban como espejos en movimiento, los plásticos parecían hablar cada vez que rozaban el aire. Todo estaba diseñado para que la pasarela vanguardista se convirtiera en una experiencia sensorial completa.

Era como entrar en un universo paralelo, donde el tejido no solo cubre sino que se convierte en interfaz, en superficie que comunica. La ropa no era superficie: era luz, sonido, tacto, incluso memoria.

el legado que aún respira

Lo que más me impresiona de Maison Margiela es esa capacidad de mantener vivo un legado sin quedarse atrapado en él. La firma no repite fórmulas: las retuerce, las reinventa, las lleva más allá. Y esa coherencia entre pasado y futuro la convierte en la maison que mejor encarna la moda como arte.

“La verdad espera. Solo la mentira tiene prisa.” (Proverbio tradicional)

Pienso en esa frase y la aplico al desfile: Margiela nunca ha corrido tras las tendencias, las ha dejado venir a él. Y lo ha hecho mostrando que la verdad de una prenda está tanto en su interior como en su exterior.

un guiño vintage hacia el mañana

Lo que vi en Milán fue un futuro textil que no se basa en efectos digitales sino en agujas, costuras y cortes. Una especie de retrofuturo de taller, donde lo manual vuelve a ser lujo y lo imperfecto se transforma en poesía. Como un vinilo que cruje cada vez que lo pones, así son las prendas de Margiela: imperfectas, ruidosas, llenas de alma.

Y me quedo con esa imagen: ropa como escultura habitable, moda como emoción táctil, pasarela como experiencia total. Un presente que ya es futuro y que, paradójicamente, mira hacia atrás para seguir avanzando.

Entonces me pregunto: ¿hasta dónde puede llegar Margiela con esta forma de entender la moda? ¿Será posible que el lujo del mañana no esté en lo nuevo, sino en la huella visible del proceso? ¿En esa costura torcida que, lejos de ser un error, se convierte en la firma más humana de todas?

Los slingbacks de los años 50 vuelven con más fuerza que nunca

Los slingbacks de los años 50 vuelven con más fuerza que nunca ¿Por qué los slingbacks de 1957 conquistan el armario de 2025?

Estamos en el verano de 2025 en Europa y el aire huele a lino recién planchado, a café en terrazas y a un rumor que viene del pasado: los slingbacks. Ese zapato con talón al aire y correa que lo sujeta, mitad sandalia mitad salón, se cuela otra vez en las calles y pasarelas con la misma discreta autoridad con la que Coco Chanel lo lanzó en 1957. Me detengo en un escaparate y ahí están, en versión kitten, en bloque medio, incluso planos. No gritan tendencia: la susurran. Y ese murmullo es precisamente su arma más seductora.

“El slingback es un vinilo que nunca se raya, solo cambia de aguja.”

 

Origen: Slingback Shoes Make Major Comeback for Summer 2025

De símbolo retro a clásico que se resiste a morir

Hace décadas, Chanel ideó junto al zapatero Raymond Massaro un gesto calculado: beige para alargar la pierna, puntera negra para acortar el pie, tacón bajo que no castiga y correa elástica que asegura el paso. En aquella época, las mujeres se movían entre salones imposibles y sandalias tímidas; el slingback ofrecía un equilibrio inesperado, casi ingenieril. No era solo estética, era biomecánica camuflada de elegancia.

Ese mismo año, 1957, nacía un arquetipo de zapato que atravesó generaciones como si el tiempo no le tocara. En los armarios de posguerra convivía con kitten heels, cuñas y pumps, consolidándose como un comodín que no se resbalaba ni en la pista de baile ni en la oficina. Y yo, que vivo entre el retro y el futuro, veo en ese invento la prueba de que la moda más duradera no surge del exceso, sino del ajuste perfecto entre función y deseo.

La explicación de su regreso en 2025

Podría sonar a déjà vu, pero no lo es. Lo que ocurre en 2025 es distinto: la moda celebra varias décadas a la vez. Vuelven los setenta para la noche, los noventa en denim, y los cincuenta en zapatos. En este collage, el slingback encaja como pocas piezas. Aporta ventilación en climas cálidos, pulido en oficinas ligeras, estabilidad para una agenda híbrida que no admite tacones de aguja a las diez de la mañana.

No lo digo yo: lo dicen los desfiles y lo repite la prensa especializada. Según Who What Wear, el zapato de líneas limpias y alma retro es la inversión más lógica del verano. Marie Claire lo destaca como el comodín que hace posible pasar del día a la noche sin cargar un par extra en el bolso. Y en J. Adams Shoes, los presentan como una silueta que acompaña tanto a un traje sastre ligero como a un vestido de tirantes.

Los slingbacks de los años 50 vuelven con más fuerza que nunca 29 Los slingbacks de los años 50 vuelven con más fuerza que nunca 30

“Cuando sube el termómetro, el talón respira; cuando baja el sol, el tacón pequeño aguanta.”

Cómo se llevan hoy sin traicionar su ADN

El secreto del slingback actual está en las variaciones. El kitten heel aporta ese aire pulido sin riesgo de tobillo torcido; el bloque medio asegura jornadas maratonianas; los planos se presentan como herederos del ballet flat, pero con un respiro añadido. El guiño Chanel sigue vivo: puntera bicolor que alarga visualmente la pierna y ordena cualquier look con el mismo golpe gráfico que funcionaba en blanco y negro.

Materiales hay para todos los gustos: desde la piel flexible hasta mallas técnicas ligeras que no renuncian al frescor. Incluso tejidos veraniegos con textura contemporánea. Y aquí se esconde la clave editorial: la ergonomía. El slingback sujeta el retropié, reduce fricción y ofrece más kilómetros que un stiletto. Todo ello con un empeine bajo y puntera afilada que, tanto en foto como en movimiento, estilizan como si la silueta obedeciera a un algoritmo invisible.

¿Moda pasajera o inversión sensata?

Me hago esta pregunta mientras veo a jóvenes en París combinarlos con slip dresses y a ejecutivas en Milán llevarlos con trajes fluidos. ¿Son de vestir o del día a día? Son ambas cosas. Nacieron para moverse, no para exhibirse en vitrinas. Su ADN cincuentero está presente, sí, pero reinterpretado en colores suaves, materiales frescos y alturas diversas.

El riesgo de que se marchiten como cualquier tendencia parece mínimo. El historial los protege: cada década han vuelto, cada archivo los ha reeditado, cada icono cultural los ha reafirmado. Desde Jeanne Moreau hasta Catherine Deneuve, pasando por Bardot, el slingback se convirtió en un arquetipo de feminidad funcional que hoy, lejos de caducar, se actualiza.

Nostalgia y psicología del zapato eterno

La moda no vuelve solo por estética: vuelve porque la mente busca lo conocido. Ese “efecto de mera exposición” del que hablan los psicólogos explica que, a fuerza de ver un objeto repetido, lo terminemos amando. Y en tiempos de volatilidad, rescatar códigos familiares tranquiliza. Lo que ayer fue práctico y elegante hoy se percibe como atemporal.

El llamado “ciclo de 20 años” lo respalda. Según Ayana Active, la moda gira sobre sí misma con intervalos calculables. Pero en 2025, ese ciclo se acelera: conviven los setenta, los noventa y los dos mil, todo al mismo tiempo. El slingback resiste esta avalancha porque ofrece algo que pocas tendencias tienen: utilidad.

Como apunta Who What Wear, no se trata de simple nostalgia. Es nostalgia funcionalizada, nostalgia que resuelve. Y por eso dura más que el revival de una estética fugaz.

“El buen gusto no pasa de moda, solo se reencarna en materiales nuevos.”

El archivo vivo y la tecnología invisible

Lo que veo venir es un archivo que late. Las casas seguirán reediciones con micro-ajustes de confort, suelas ligeras, elásticos invisibles, tejidos que transpiran. El diseño seguirá siendo reconocible, como ese vinilo bicolor en el espejo. Pero la aguja será nueva: más afinada, más cómoda, más invisible.

El slingback no es solo un zapato, es un pacto entre ergonomía y deseo. Es Chanel en 1957 y es París en 2025. Es la demostración de que la verdadera modernidad no está en romper con el pasado, sino en conversarlo de nuevo, cada vez con distinta voz.

Una última incógnita

Mientras lo escribo me pregunto: ¿qué otro objeto de nuestro presente resistirá el archivo futuro? ¿Qué pieza de 2025 mirará alguien en 2075 con la misma mezcla de nostalgia y asombro con la que hoy miramos el slingback? ¿Será una zapatilla, un bolso, un smartwatch o, quién sabe, un simple zapato con el talón al aire?

 

¿Puede la pasarela convertirse en pista central de poder?

El court de moda que marca la jugada ganadora ¿Puede la pasarela convertirse en pista central de poder?

Es otoño de 2025 en la India y Court of Style ya está en marcha como si fuera un torneo de moda con entradas agotadas. Desde la primera vez que veo el teaser de KAZO Brands en Instagram, algo me golpea: no es solo ropa, es un saque directo al centro del ego. La cámara encuadra la pista, el sonido del impacto de la pelota marca el ritmo, y la modelo no corre… domina. Aquí, cada look es un “ace” y cada paso es un dictado de autoridad. La palabra clave es Court of Style, y se repite como un mantra visual y sonoro.

Lo curioso es que no estamos ante un desfile clásico ni ante una colección deportiva al uso. Hay un híbrido calculado: el corte impecable de un blazer se cruza con la ligereza técnica de un vestido que parece moverse solo; la lente, más que mostrar, provoca. Y en el fondo, esa promesa implícita de que, en esta pista, quien manda es ella. “El poder no se discute, se viste”, me digo mientras reviso por tercera vez el reel oficial.

la pista como escenario sin fin

Hace tiempo que el concepto de “power dressing” parecía anclado a salas de juntas o alfombras rojas. KAZO lo saca de ahí y lo arroja a una cancha iluminada como si fuera una pasarela privada. Lo que me fascina es la serialización: no es un único spot, sino capítulos, microhistorias, repeticiones calculadas que crean expectativa. En el canal de YouTube de KAZO, el “Chapter 1” no cierra nada, abre todo.

Hay un juego de espejos: la pista de tenis como símbolo de precisión y dominio, la pasarela como escenario de exhibición, y la mujer como epicentro de ambos. Se cuelan detalles: un gesto de muñeca tras un saque, un giro de hombros antes de caminar. Y uno empieza a preguntarse si el verdadero partido no es contra un rival, sino contra cualquier duda sobre quién dicta la estética del momento.

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kazo y su pulso de marca

Fundada en 2007 y asentada en Noida, KAZO Brands ha jugado a la velocidad del fast fashion pero con el aplomo de quien quiere construir algo más que armarios llenos. Su catálogo ha crecido hasta abarcar bolsos, joyería y perfumes, y este 2025 estrena incluso línea denim propia, “HeartCore”, que suena más a actitud que a tejido. Con las fragancias de “KAZO Details”, no solo visten, perfuman la escena.

El ADN de la marca, ese aire de “party” cotidiana que describe en LinkedIn, se siente aquí, pero filtrado por un tono más calculado. No se trata solo de diversión: es diversión con estrategia, como quien sonríe mientras sirve para partido.

de elemental a court of style

La temporada pasada, la firma presentó “Elemental”, con flores, verdes y un aire diurno adaptable a la noche. Court of Style es el relevo con cambio de pista: geometrías, cortes más afilados, una paleta que promete contrastes y ese toque deportivo que nunca se ensucia con sudor, solo con luces. La transición es clara: de lo orgánico a lo preciso, de la naturaleza a la arquitectura del movimiento.

el truco de la campaña infinita

El gran acierto aquí es el reframing deportivo. No se trata de asociarse a un deporte concreto, sino de tomar el imaginario del “sports luxe” y exprimirlo hasta hacerlo atemporal. La pista es un lugar simbólico que puede durar más que una temporada, lo que, en marketing, es oro puro. Además, la serialización en capítulos cortos permite estirar la atención sin saturar. Cada reel, cada clip en Instagram, es una migaja que lleva al siguiente punto del recorrido.

Y en medio de todo, una marca que aprovecha el momentum para empujar categorías con más margen: perfumes y denim. No son productos que se compran por impulso, sino anclas que fidelizan. Vestir un jean de “HeartCore” y rociarse con una fragancia de “KAZO Details” es, en su narrativa, como calzarse unas zapatillas antes de entrar al court: imprescindible para jugar.

la parte que aún no vemos

No hay fichas de producto, ni precios, ni paletas cerradas en las piezas públicas. La incógnita está servida. ¿Llegarán drops por sorpresa? ¿Lookbooks detallados en kazo.com? La experiencia me dice que sí, que AW’25 no se va a presentar de golpe, sino como una serie de movimientos medidos, como un partido que se gana por sets cortos pero letales.

guiños y ecos vintage

Mientras veo el spot una vez más, me vienen imágenes de editoriales noventeras, de ese “sports couture” que mezclaba fuerza y glamour sin pedir permiso. Solo que aquí todo pasa a la velocidad de un scroll. La coreografía no se siente improvisada: cada paso está pensado para quedar impreso en la retina antes de que el algoritmo te lleve a otro vídeo.

“Quien domina el ritmo, gana el juego”, pienso, y no hablo de tenis. La moda aquí no es un accesorio de la vida, es el partido en sí.

“La verdad espera. Solo la mentira tiene prisa.” (Proverbio tradicional)

y si la pista no tuviera líneas

Queda esa última pregunta, la que convierte a cualquier campaña en un relato abierto: ¿qué pasa cuando la pista se expande más allá del court y la pasarela? Si KAZO mantiene la serialización y deja que la estética siga evolucionando, AW’25 podría no tener final de temporada, sino un continuo juego de estilos, como un partido sin árbitro donde solo ella decide cuándo se ha ganado.

Porque, al final, lo que “Court of Style” plantea no es si la moda puede jugar en una cancha… sino si el resto del mundo podrá seguirle el ritmo.

El renacer de TERRE BLEUE agita el mundo fashion europeo

¿Puede TERRE BLEUE volver a marcar la moda belga? El renacer de TERRE BLEUE agita el mundo fashion europeo

Estamos en pleno verano de 2025, en Bélgica, y la palabra Terre Bleue resuena como si nunca hubiera desaparecido. Hace apenas un año, parecía que su nombre quedaría archivado en los catálogos de la moda caída en desgracia, junto a tantas otras firmas que no sobrevivieron al vendaval económico. Pero aquí está, viva, vestida de futuro y con aroma retro, desafiando el olvido con un desfile anunciado para septiembre y con escaparates que vuelven a brillar en The Fashion Store.

Recuerdo la sensación de leer aquella noticia sobre la quiebra de Duror Fashion Group. Un golpe seco, un cierre que olía a final. Veintinueve tiendas cerradas, ciento cincuenta personas en la calle, la factura de una tormenta perfecta que mezcló pandemia, guerra, facturas energéticas imposibles y una competencia que mordía por todos lados, desde el fast-fashion hasta el auge de la segunda mano. En aquel momento, las cifras lo decían todo: de 35 millones de euros antes del COVID a apenas 30 millones en el último ejercicio. Y sin embargo, apenas unos meses antes, el propio Peter Perquy se había atrevido a prometer un reposicionamiento más contemporáneo. Ironías de la moda: anunciar modernidad justo antes del naufragio.

Lo que no imaginábamos era que el rescate llegaría con el logo de Colruyt Group. El 30 de agosto de 2024, su filial The Fashion Store se hizo con los derechos de la marca. Una operación quirúrgica dentro de un triple salvamento: Zilton pasó a manos de L&V Fashion, Gigue quedó en el catálogo de Castellino, y Terre Bleue, la joya más versátil, encontró refugio en una casa que ya la conocía de sobra. Mayke Nooteboom, la directora general, no tardó en dejar claro que el plan era conservar la esencia: las líneas, el corte impecable, ese acabado que no es ostentoso pero que seduce al tacto.

La colección otoño-invierno 2025 ya está en las tiendas de The Fashion Store, y su lema, «interconnected-ness», suena más a filosofía vital que a eslogan comercial. Piezas que se hablan entre sí, tejidos que se responden, prints que se reconocen de una prenda a otra. Un guardarropa que no obliga a comprarlo entero, pero que funciona como una sinfonía si lo haces. Los precios siguen anclados en un segmento medio-alto: desde los casi noventa euros por un pull básico hasta los doscientos veinte por una chaqueta con carácter.

No es un giro improvisado. Desde sus inicios en 2002 —y con raíces que se hunden hasta 1938, en la empresa textil de Maurice Perqui—, Terre Bleue ha jugado a ese juego arriesgado de ser elegante sin alardes. Su definición de “casual chic” es menos una tendencia y más un estado de ánimo. Ropa que hace sentir bien y, sobre todo, segura a quien la lleva. El lujo diario que no necesita lentejuelas para hacerse notar.

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«La verdad espera. Solo la mentira tiene prisa.» (Proverbio tradicional)

Claro que hoy no se puede hablar de moda sin hablar de cómo y dónde se produce. Terre Bleue mantiene su taller en Túnez, con relaciones de largo plazo y compromisos de pago justo. Visitan, revisan y exigen que no haya explotación infantil. Usan algodón, lino, lana y también reciclados, aunque la mezcla de fibras sigue siendo un problema para el reciclaje total. Es la contradicción de nuestro tiempo: querer lo limpio y puro, pero amar las mezclas que dan mejor caída o textura.

Dentro del universo Colruyt, Terre Bleue se mueve ahora en la órbita de The Fashion Society, junto a marcas como Tommy Hilfiger, Vila o Antwrp, compartiendo 133 tiendas y una plantilla que supera las 850 personas. Allí, la experiencia de compra se adereza con sesiones de personal shopping gratuitas, como si la moda fuera también un diálogo íntimo entre cliente y prenda.

Me gusta pensar que lo que está ocurriendo con Terre Bleue no es solo un caso de buen marketing, sino una lección sobre la memoria de las marcas. Lo vintage no se queda solo en la estética: es la memoria de un patrón bien cortado, de un botón cosido con mimo, de un tejido que envejece sin perder dignidad. Al fin y al cabo, la moda es ese espejo tramposo que nos muestra el futuro con ropas del pasado y nos convence de que lo hemos visto por primera vez.

«En la moda, lo nuevo siempre huele un poco a ayer.»

El próximo 4 de septiembre, en Balen, veremos si la pasarela confirma esta narrativa. El desfile será la prueba definitiva de si esta resurrección es auténtica o solo un paréntesis dorado antes de otro ocaso. Yo quiero creer que no, que Terre Bleue ha encontrado su lugar en este equilibrio extraño entre nostalgia y modernidad. Que el pasado, cuando está bien cosido, aguanta cualquier temporada.

Quizá dentro de unos años, alguien recuerde este 2025 como el año en que una marca belga que estaba a punto de desaparecer decidió vestirse otra vez de presente y salir a la calle como si nada hubiera pasado. Y tal vez ese alguien, al ponerse una chaqueta Terre Bleue, se pregunte si la moda es un juego de supervivencia o una forma de inmortalidad. ¿Será que algunas marcas no mueren nunca, sino que esperan, como un traje guardado, el momento perfecto para volver a salir?

Schiaparelli conquista París con un retrofuturismo que hipnotiza

Schiaparelli conquista París con un retrofuturismo que hipnotiza ¿Puede la alta costura reinventar el pasado y convertirlo en futuro?

Estamos en pleno verano de 2025, en el corazón de París, y el aire huele a historia mezclada con electricidad creativa. Schiaparelli despliega su alfombra invisible en el majestuoso Petit Palais y, por un instante, uno cree que el tiempo se dobla sobre sí mismo. Lo que Daniel Roseberry presenta hoy no es un desfile, es una conversación íntima entre 1938 y el año que viene, entre el polvo dorado de los archivos y el brillo metálico de un porvenir imaginado. El retrofuturismo se hace carne en cada puntada, y yo estoy aquí para verlo, para contarlo y, quizá, para perderme un poco en él.

“La moda no es cuestión de seguir el tiempo, sino de jugar con él”. Esa frase, que podría haber firmado Elsa Schiaparelli en sus días más inspirados, parece susurrar entre las columnas del Petit Palais.

Roseberry, tejano de nacimiento y parisino de adopción, sabe perfectamente qué está haciendo. Desde 2019 lleva el timón de esta casa con una audacia que no teme pisar terreno sagrado. Hijo de un pastor anglicano y de una artista, estudió en el Fashion Institute of Technology y pasó una década junto a Thom Browne antes de atreverse con el reto mayúsculo: ser el primer estadounidense al frente de una maison francesa de alta costura. Lo curioso es que, lejos de diluir el ADN surrealista de Schiaparelli, lo ha afilado, lo ha devuelto a ese filo en el que la belleza coquetea con lo extraño.

un viaje sin pantallas ni inteligencia artificial

La colección “Back to the Future” no es una ironía pop ni un guiño superficial al cine ochentero. Roseberry parte de un momento oscuro de la biografía de Elsa: su huida de París en 1940 rumbo a Nueva York, empujada por la guerra. Ese exilio se convierte en el marco de una propuesta que imagina un mundo “sin pantallas, sin inteligencia artificial, sin tecnología”. Y aunque suene contradictorio, es un mundo que él llama postfuturo: un lugar donde la modernidad no se mide por gadgets, sino por ideas.

La paleta es tan precisa como un bisturí: blanco, negro, rojo y plata. Nada de distracciones cromáticas. Aquí lo importante son las formas y las texturas. Las 30 salidas desfilan como esculturas móviles: bordados metálicos que simulan el pelaje de un leopardo, chaquetas que parecen sillas de montar texanas, y una reinterpretación de la mítica capa Apolo de Versalles de 1938, ahora con un dramatismo que parece desafiar la gravedad.

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“No se trata de disfrazar el pasado, sino de vestirlo para el mañana”.

la alquimia de la aguja y el hilo

En los talleres de Place Vendôme se trabaja como si el reloj marcara otra era. Bordados con hilos metálicos que atrapan la luz, plisados que parecen arquitecturas de papel, cuero moldeado a mano, lentejuelas que orbitan sobre la tela… cada pieza consume cientos de horas de trabajo. El savoir-faire francés, ese intangible que no se compra ni se improvisa, está presente en cada puntada.

Elsa Schiaparelli ya había abierto esta puerta en los años treinta, introduciendo cremalleras decorativas cuando nadie más lo hacía, y aliándose con Dalí, Picasso o Cocteau para fundir arte y moda sin pedir permiso. Aquella mujer que inventó un tono de rosa propio y un vestido de langosta habría sonreído viendo cómo su legado sigue vivo, pero transformado.

del archivo polvoriento al hashtag viral

Detrás del renacer de la maison está Diego Della Valle, el magnate de Tod’s que en 2006 compró los archivos de la firma. Para él, Schiaparelli no es un negocio más, sino un patrimonio cultural que debe protegerse de la prisa y del mercadeo voraz. Y quizá por eso, paradójicamente, hoy la marca se viraliza sin esfuerzo: Cardi B con un cuervo vivo en la mano antes del desfile, Dua Lipa en primera fila, millones de interacciones con el hashtag #SchiaparelliAW25… El secreto está en no perseguir el ruido, sino en crearlo desde la esencia.

retrofuturismo, ese espejismo que parece eterno

En 2025, el retrofuturismo es más que una tendencia: es una especie de espejo deformado donde nos miramos para entendernos. Schiaparelli lo traduce en brillos metálicos, siluetas casi imposibles, guiños espaciales y nostalgia reinterpretada. No son disfraces de astronauta ni clones de los años sesenta; son piezas que parecen flotar en esa frontera donde lo vintage y lo futurista se saludan con respeto.

En este desfile, el Petit Palais se convierte en una cápsula del tiempo. Afuera, París sigue su ritmo; adentro, el tiempo es maleable, un material más con el que se juega como con la seda o el terciopelo.

la pregunta que queda en el aire

Si algo me llevo de este día no es solo la impecable factura de cada prenda, ni la inteligencia con la que Roseberry manipula la herencia de Elsa, sino la sensación de que la alta costura todavía puede marcar un camino propio. Aquí no hay prisa, no hay algoritmos decidiendo qué se lleva. Solo hay artesanos, un director creativo con hambre de riesgo, y un diálogo abierto con el futuro.

¿Podrá la moda mantener este pulso contra la inmediatez? ¿O este espejismo atemporal acabará engullido por la marea digital? Por ahora, Schiaparelli responde a su manera: con una puntada lenta, un guiño vintage y una mirada fija en el horizonte.

Relojes inteligentes futuristas que parecen salidos de otro planeta

Relojes inteligentes futuristas que parecen salidos de otro planeta ¿Están los relojes inteligentes futuristas cambiando nuestra forma de vivir?

Estamos en el verano de 2025, en algún lugar donde el calor derrite las aceras y las muñecas lucen más pantallas que pulseras. Los relojes inteligentes futuristas ya no son simples complementos de bolsillo trasladados al brazo; son pequeños manifiestos de diseño y tecnología que podrían confundirse con piezas de arte, gadgets de espionaje o reliquias de un futuro retro que nunca existió.

Recuerdo la primera vez que vi uno de estos dispositivos con tecnología wearable avanzada. No fue en una tienda, ni en una feria tecnológica, sino en el vagón silencioso de un tren. Un tipo con aspecto de haber salido de un videojuego de los 90 llevaba en la muñeca algo que parecía un fragmento de nave espacial: asimétrico, brillante, casi vivo. Resultó ser el concepto ALIEN, un experimento de diseño que no imita relojes anteriores, sino que se pliega como una segunda piel. Ahí entendí que la ergonomía ya no iba de “ajustar la correa”, sino de reinventar cómo un objeto se funde con el cuerpo.

«Un buen diseño no se lleva, se habita.»

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Origen: 10 Best Smartwatches To Consider In August 2025: Find The Perfect Wearable For You – Yanko Design

El giro alienígena de la ergonomía

Hace tiempo, el diseño ergonómico de un smartwatch se medía por su ligereza o lo fácil que era pulsar un botón. Hoy, el ALIEN plantea otra cosa: una carcasa amorfa, botones que no sobresalen sino que crecen de la estructura como si fueran nervaduras, y una curvatura que no busca estética simétrica, sino una unión orgánica con la muñeca. En un mundo obsesionado con la geometría perfecta, esta irregularidad resulta sorprendentemente cómoda. Es como si el reloj no quisiera ser reloj, sino una extensión natural de ti.

Aquí es donde los avances en biomateriales y modelado 3D han abierto una puerta que, sinceramente, da un poco de vértigo. El diseño ergonómico ya no se limita a moldes estándar; ahora se imprime en función de tu muñeca, tu piel, incluso tu forma de mover la mano. Si esto no es futuro, no sé qué lo es.

Las estaciones pasan, pero el calor de la abuela permanece

Nostalgia disfrazada de futuro

Pero mientras unos exploran la forma alienígena, otros miran hacia atrás para avanzar. La estética retro-futurista está explotando, y no solo en la moda. El A_001 PowerWatch es un ejemplo perfecto: colores primarios, ángulos imposibles y un aire tokusatsu que haría sonreír a cualquier fan de Jaspion. Es como llevar en la muñeca una intro de serie ochentera, pero con sensores de última generación.

Y si hablamos de ángulos, el Cybertime de Anicorn lleva el espíritu del Cybertruck a un nivel casi paródico: acero inoxidable, tipografía de calculadora Casio y un año entero de autonomía con una pila. Ironía pura en un mundo obsesionado con las cargas diarias.

«El retro es la excusa perfecta para colar el futuro sin que nadie se asuste.»

Modularidad, la palabra mágica

El futuro ya no es un reloj con 200 funciones que no usas. Es un reloj que puedes cambiar, ampliar o reparar tú mismo. El Pocuter Spectra y su diseño modular son casi un kit de Lego digital: pantalla OLED, tarjetas microSD, piezas intercambiables. Un smartwatch que se convierte en plataforma de desarrollo y que recuerda que la verdadera innovación está en no depender de un único modelo.

Los smartwatches modulares no son solo una moda; son una respuesta directa a la obsolescencia. El sistema de coronas magnéticas del CMF Watch Pro 2 de Nothing es casi un gesto romántico: cambiar la estética sin siquiera quitarte el reloj. Y si miramos atrás, los míticos Blocks ya intentaron demostrar que esto era viable, aunque el mercado todavía no estaba listo.

Minimalismo en blanco y negro

Entre tanto exceso visual, los relojes E Ink se posicionan como una especie de resistencia zen. Pantallas legibles bajo el sol, consumo mínimo, autonomía de semanas. El Pebble Core 2 Duo mantiene la tradición de la nitidez monocroma, mientras el Multi Deporte E-Ink combina esa sobriedad con capacidad de monitorear 24 disciplinas deportivas. No hay animaciones coloridas ni fondos cambiantes; solo información clara y persistente. Un lujo para quien cree que menos es más.

Inteligencia artificial con bata blanca

La integración de IA clínica en los relojes inteligentes futuristas es quizá el salto más serio de esta generación. Ya no se trata de contar pasos o medir pulsaciones, sino de analizar patrones y anticipar riesgos de salud. El Allai Wearable-1 no se limita a registrar datos; los interpreta como lo haría un médico, detectando variaciones sutiles que podrían indicar problemas antes de que tú mismo notes algo.

Aquí, la integración IA salud convierte al smartwatch en una consulta silenciosa, siempre en tu muñeca. No sustituye al médico, pero puede salvarte de llegar tarde a uno.

La tentación de lo transparente

Pocos diseños son tan hipnóticos como un reloj donde ves todos sus engranajes electrónicos. El MSI Gaming Watch abraza esa idea con descaro: carcasa cristalina, ventiladores visibles, procesadores a la vista como si llevaras una mini-PC gaming en la muñeca. Pero la transparencia trae un dilema: la durabilidad. Los materiales como los hidrogeles avanzan en resistencia, pero aún falta camino para que sean tan duros como un reloj clásico de acero.

Espionaje de bolsillo

El WatchOut WearPods es el primo descarado de la familia: smartwatch y auriculares inalámbricos en un solo cuerpo. Perfecto para quien siempre pierde los cascos y, de paso, para cualquiera que quiera sentirse personaje de película de espías. Este tipo de gadgets minimalistas con funciones híbridas demuestran que el futuro también se trata de solucionar problemas mundanos con un guiño tecnológico.

Ecosistemas que respiran contigo

Los relojes inteligentes futuristas ya no están solos: se integran con el IoT, la realidad aumentada y redes de dispositivos que intercambian datos de forma continua. La promesa es clara: un ecosistema de salud y estilo que se adapta a ti en tiempo real. Y mientras la miniaturización avanza, cada vez es más difícil distinguir entre un reloj, un asistente personal y un médico digital portátil.

«La muñeca es el último territorio donde la tecnología todavía sorprende.»

Hace tiempo creíamos que un reloj era para saber la hora. Luego, que era para recibir notificaciones. Hoy, es un espejo de quién eres, cómo te mueves, y hasta cómo podrías estar mañana. El futuro de estos dispositivos no está solo en sus funciones, sino en cómo moldean la relación entre el cuerpo humano y la máquina.

Y aquí la pregunta que me ronda mientras escribo esto: ¿llegará el día en que estos relojes no midan el tiempo, sino que lo fabriquen a su antojo? Porque, visto lo visto, no me sorprendería.

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